Si entre 2010 y 2012, la política presupuestaria de la Comunidad Autónoma de Illes Balears se centró casi exclusivamente en recuperar el equilibrio de unas cuentas públicas seriamente dañadas y, en los años siguientes, la incertidumbre sobre las características de la recuperación así como el elevado déficit condicionaron el desarrollo de los presupuestos, incluido el de 2016, el proyecto de presupuestos para 2018 consigue ampliar el ‘margen de maniobra’. Varios son los factores que están contribuyendo ello. A saber:

• La economía balear está transitando por una fase más madura de su ciclo económico y sin tensiones inflacionistas, lo que redunda en un aumento de los ingresos públicos no financieros (12,6%) vía impuestos. De hecho, se prevé un significativo incremento de la recaudación procedente tanto de los impuestos indirectos –es el caso del IVA (21,3%) o del impuesto de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados (28%)–.

• Los esfuerzos de consolidación fiscal de los últimos años, que situaron ya en 2016 el peso del déficit público sobre el PIB (0,5%) por debajo del objetivo máximo fijado por el Gobierno central (0,7%), proporcionan una oportunidad para ahondar en la política expansiva por el lado del gasto público, lo que explica el incremento de los gastos corrientes (5,2%) y de capital (15,2%).

• Los bajos tipos de interés ofrecen también un buen contexto para desplegar una política más expansiva, pues amortiguan los gastos financieros asociados a la deuda pública, la cual se eleva en los Presupuestos de 2018 hasta el 20,4% del gasto total.

• A ello hay que añadir, además, el hecho de que el proyecto de Presupuestos incide en materia de tributos propios, duplicando el impuesto sobre estancias turísticas entre los meses de mayo a octubre, ambos inclusive, y maximizando así las posibilidades de maniobrabilidad asociadas al aumento de la recaudación prevista en este ámbito (92%).

Sobre la base de estos cuatro elementos no es de extrañar, pues, que el proyecto de Presupuestos para 2018 mantenga el tono expansivo alcanzado en 2017. Sin embargo, es preciso puntualizar que tan importante como el margen de maniobra que permite ‘gastar más’ es el margen de maniobra que permite ‘gastar mejor’. Es decir, seleccionar las políticas y programas que son prioritarios y susceptibles de proporcionar mejores resultados y, a la vez, asignar los recursos presupuestarios de la forma más económica y eficiente. Y es que el margen de maniobra que otorga el presupuesto para 2018 solo derivará en una mejora de la competitividad global en la medida que su ejecución se materialice en actuaciones que incidan de manera efectiva sobre aquellos entornos productivos con mayor capacidad para aprovechar el esfuerzo inversor de las administraciones, una circunstancia que recomienda paralelamente avanzar en el establecimiento de herramientas de detección y monitorización continuada de los fundamentos productivos del tejido balear.

Presupuestar es, cada vez más, una tarea de revisión continua dentro del sector público. Así lo entienden organizaciones públicas de referencia que (i) elaboran una estructura del presupuesto por programas, (ii) relacionan el presupuesto con la planificación y los escenarios a medio plazo y (iii) orientan la ejecución del presupuesto a resultados. En este marco de planificación único, el presupuesto es la concreción operativa anual de la planificación estratégica o si se quiere el punto de conexión entre la operativa y la estrategia de competitividad global de la región.