La semana pasada, tras la reunión del Banco Central Europeo, el euro subió con fuerza respecto al dólar, llegando a alcanzar los 1,25 dólares. En ese momento sonaron las alarmas para los inversores en bolsa que diversifican (como debe ser) comprando activos internacionales. Sin embargo, este miedo tiene algo de infundado por dos motivos: (i) porque hay la posibilidad de cubrir divisa, y aquí mismo ya se advertía del potencial del euro respecto al dólar, y (ii) porque el movimiento brusco lo vivió contra el dólar, no así contra otras divisas.

Lo fundamental es intentar poner niveles a estas divisas con el fin de que el inversor pueda protegerse de este riesgo o bien intentar buscar una rentabilidad extra a la que pueda obtener vía cotización.

En el caso del dólar, la rotura del nivel de 1,15 ya marcaba un punto de inflexión al salir de un canal en el que se movió más de dos años (1,05-1,15). Aunque haya podido sorprender la rotura del 1,20 (primer freno que tuvo el año pasado), lo cierto es que ya días antes de la reunión del BCE la había perforado y tenía “vía libre” hasta los 1,25. Precisamente este nivel sí es una gran resistencia técnica (es el punto en el que se unen dos señales de mucha efectividad), por lo tanto ahora puede ser un buen momento de deshacer alguna de las coberturas abiertas anteriormente e intentar obtener algo de rentabilidad adicional. Sin embargo, habría que volver a protegerse en caso de que la perfore y especialmente si también rompe los 1,28, ya que el siguiente nivel de referencia son los 1,305, lo que generaría pérdidas significativas.

Sobre el resto de monedas poco ha cambiado. Por su parte el yen japonés sigue muy débil, aunque se podría asumir algún riesgo si pierde los 132 o no pudiera con los 141, nunca antes. Mientras que se podrían activar muchas compras de la libra británica en cuanto pierda los 0,87, aunque vale la pena esperar a esa rotura por si antes volviera a los 0,90.