Instagram, red social basada en fotografía (aunque soporta otros formatos) y nacida en el año 2010 de manos de sus fundadores Kevin Systrom y Mike Krieger, está revolucionando el mundo de los contenidos online.

En tan solo 8 años (antes también pero quizá de un modo más discreto), hemos evolucionado hacia una sociedad en la que las experiencias se están viviendo de un modo doble, por un lado está nuestra vivencia, lo que sentimos, probamos, vivimos, etc., y por el otro está “la inmortalización” a través de una publicación en las redes sociales.
Instagram nació con la idea de que hiciéramos una foto en tiempo real con nuestro smartphone y la compartiésemos al instante en la red social; sin embargo, con los años ha derivado hacia un contenido más estético, cuidado y sumamente preparado al que podemos denominar “instagrameable”. ¿Y en qué consiste que algo sea “instagrameable”?

Se trata de conseguir un entorno, una situación, una pose, un plato de comida, un rincón, una mesa, etc. justo a punto para darle al click con la cámara y tras una sencilla edición subirlo a la red social.

Cada vez son más los negocios que se suman a la moda de lo instagrameable, creando estos escenarios específicos para que sus clientes tengan facilidad a la hora de generar contenido para sus redes sociales.
Por poneros algún ejemplo, el sabor de un plato empieza a ser igual de importante que su presentación, o los hoteles tienen sus córners para que los huéspedes puedan compartir su experiencia.

Un reciente estudio realizado por la compañía de seguros de hogar Schofields Insurance reveló que el 40,1% de los millennials eligen un destino de viaje basado en que sea ‘instagrameable’.