La semana pasada, en esta misma sección, se analizó la bolsa americana, sus resultados y su situación técnica. A la hora de diversificar hay un factor más que no puede pasar desapercibido: el tipo de cambio, en este caso el del dólar contra el euro.

Las variables que afectan a la cotización de las divisas son numerosos y muy complejos: inflación, tipos de interés, incluso actuación directa de los bancos centrales, con lo que es uno de los más difíciles de operar.
Aun así, forman parte de la diversificación. Además de invertir en diferentes zonas, se hace con diferentes monedas, lo que permite optimizar resultados siempre que se acierte en la dirección correcta.

El dólar, tras perder el nivel de 1,15 (se movió durante años en un canal entre 1,05 y 1,15), se dirigió de forma rápida a los 1,25. Este nivel es el que ha formado una gran resistencia que incluso lo ha llevado por debajo de 1,20. Esta es la tendencia más lógica: siempre por debajo de 1,25 y con subidas de tipos en Estados Unidos (también los habrá en Europa, pero a menor ritmo) parece que asumir un riesgo divisa puede funcionar. Esto se acentuará si consigue también perder el 1,15. Por el contrario sería preocupante si perforara el 1,25.

No parece tan óptimo invertir en Japón sin proteger la divisa: allí la política monetaria es muy expansiva. Aun así, los más arriesgados podrían intentar asumir riesgo si perdiera los 128, algo que lleva intentando varias semanas.

La libra sí puede dar oportunidades: buena parte de su caída por el brexit parece un castigo excesivo. La paciencia es buena consejera y esperar a que se pierdan los 0,863-0,86 da más garantías de éxito, sacrificando un poco de rentabilidad.

Las coberturas permiten estar invertidos en estas zonas sin asumir riesgo divisa y la forma más simple y efectiva de hacerlo es mediante fondos de inversión “cubiertos” o “hedged”.