Hace unos días la prensa local titulaba que Eivissa tiene los hoteles más caros de todo el Mediterráneo. No sabemos qué es lo que falla, si la geografía, o el entusiasmo por nuestra oferta hotelera, y como arrobados fans irredentos de lo nuestro, nos colocan los primeros en el ranking de la carestía.

Busqué en una plataforma de distribución, tres búsquedas, las tres primeras, Positano, Saint Tropez y Marbella. Lamentablemente, nos ganan en los tres sitios, para entrada el 21, salida el 22 de julio. Esto en realidad podría ser una anécdota, pero desmiente el titular.

Hay un sector social que, con razón, rechaza el turismo barato y masificado que ocupa cualquier espacio libre. Otros, al tiempo, cuestionan los precios de la oferta local (sin duda con razón en algún caso, en los que el producto no acompaña al precio), incluso pidiendo públicamente su rebaja. Eso sí, les parece bien doblar el impuesto turístico. Todo esto sucede a la vez, y en coordenadas espacio/tiempo reducidas. Contradictorio, ¿o no?

Estamos asistiendo a la crónica de una situación anunciada: la oferta ilegal que masifica el destino, y no contribuye como debiera, desincentiva la venida de la clientela de la oferta legal. El Consell d’Eivissa debiera multiplicar los esfuerzos, que ha iniciado tímidamente, para lograr que se respete la legalidad en el mercado turístico.

Desmoraliza ver la vinculación que se hace entre impuesto turístico y precios de la oferta hotelera. El impuesto, que es una multa a los clientes de la oferta legal, es injusto y discriminatorio. Sin embargo tiene buena acogida, porque lo pagan otros, y eso siempre va bien, sobre todo si eres político y tienes un presupuesto adicional para lucirte, sin que te lo paguen los locales, que son quienes votan

Este verano ha habido clientes que han pedido la devolución del impuesto turístico, una vez que comprueban el inaguantable mal olor de las depuradoras. Los mismos que cobran el impuesto, los mismos que someten el olfato de sus contribuyentes a un tercer grado vomitivo.

Finalmente decir que es un éxito colectivo de la sociedad pitiusa tener una oferta que compite en los segmentos más exigentes del mercado turístico. Son muchos empresarios y trabajadores que han puesto su esfuerzo en ello y ahí siguen, a pesar de todos los que reman en contra.