Los titulares económicos hablan de una guerra comercial entre Estados Unidos y el resto del mundo, muchos de ellos de forma muy catastrofista. No solo la prensa: algunos analistas anticipan esta coyuntura como la detonante del fin de la época de crecimiento que estamos viendo. En esta sección, en el número del 29 de junio, se analizó cómo puede afectar esta guerra comercial a las bolsas, previendo que su impacto debería ser moderado. Pues bien, en medio de la vorágine de noticias (y de tuits de Trump) el índice tecnológico norteamericano está intentando consolidar por encima de sus máximos históricos.

Cierto que hay analistas que llevan tiempo aventurando que las empresas tecnológicas están viviendo una nueva burbuja (algo muy debatible e incluso rebatible), o que, al menos, están en valoraciones con poco potencial; pero también lo es que las presentaciones de resultados trimestrales continuamente contradicen esta visión y que la actuación de los mercados también lo hacen: compran especialmente tras recortes puntuales.

Ante la duda de si la tendencia alcista en el Nasdaq continuará o no, es útil la implantación de niveles de salida (lo es en cualquier situación). El primer soporte es sencillo: los máximos históricos marcados en junio, algo por debajo de 7.300. El siguiente soporte clave no estaría muy alejado: los 6.950-6800 están a menos de un 7%.

El índice generalista, el S&P 500, está intentando romper y consolidar sus máximos históricos que datan de enero de este año y que se sitúan en 2.870 puntos. Tal vez a quien no esté dentro de este mercado le valga la pena esperar a que los rompa; para quien ya esté invertido con visión cortoplacista debe tener mucho cuidado por si no puede con esta resistencia. Quien sea más largoplacista podría mantener y situar su nivel de salida por debajo de 2.550 puntos, donde rebotó tanto en febrero como en abril y que supone un 10% de caída.