Carles Manera y Ferran Navinés consideran que domina una visión derrotista del turismo.

Balears ha vivido una gran transformación económica al pasar de una economía eminentemente agrícola e industrial a una gran especialización en el turismo. Un cambio que Carles Manera (Palma, 1957) y Ferran Navinés (Ripollet, 1953) categorizan de “revolución” y que explican en su nuevo libro La indústria invisible, 1950-2016 (Lleonard Muntaner, 2018).

Lo primero que llama la atención es el titular. ¿Por qué ‘industria invisible’?

C.M.: Porque el turismo tiene todas las características del mundo industrial, en todas sus vertientes, pero no siempre es considerada como una industria. Se considera un sector de servicios, y nosotros pensamos que tanto en el mercado laboral como en inversión tecnológica tiene semejanzas con el mundo industrial, por eso la llamamos así.

Hablan de dos revoluciones: la tecnológica y la de los viajes. Parece que están muy ligadas.
C.M.: El turismo de masas es una revolución que se da a partir de los años 50 y es así porque representa una gran transformación de las economías que se han orientado a esto. Y esto se engloba dentro del gran cambio de la revolución tecnológica en los transportes y la energía. Esta economía turística ha entrado en crisis en distintos momentos y en el último periodo, la Gran Recesión, en un momento en que las economías de servicios también entraron en crisis. Es la primera crisis económica del mundo que no se produce en el ámbito industrial sino en los servicios. Esto le da una característica especial y una tipología distinta.

La desestacionalización y los productos alternativos al sol y playa ¿son buena idea?
F.N.: Son totalmente necesarios. Para el turismo en el siglo XXI, cuanto más diversificada tengas la oferta y los servicios que prestas, mejor. Lo que pasa es que tienen que ofrecerse teniendo en cuenta las variables de rendimiento de la inversión, porque acaba afectando al beneficio.

Pero cuanto más desestacionalizamos y más alargamos la temporada, más recursos hídricos gastamos...
C.M.: Tenemos una economía regional con la mayor intensidad turística del mundo. Sin embargo, es importante revisar con cautela los indicadores biofísicos. Nos sorprenderíamos de los resultados. Son llamativos en una línea no tan catastrófica como en un primer momento podríamos suponer. Probablemente el agua es el tema que tenga más dificultades, pero en el caso de los residuos sólidos urbanos o el consumo energético, tenemos datos en términos per cápita que no son tan alarmantes. El contingente demográfico es el que más afecta a cualquier externalidad que se pueda producir en el turismo, cuanta más gente tienes, más tensión, y esto genera sensaciones de saturación... pero no es un fenómeno nuevo. A finales de los 90 ya pasó lo mismo.

Competitividad y sostenibilidad ¿son compatibles?
C.M.: La competitividad no se puede disociar de la sostenibilidad en las Islas. No estamos de acuerdo con una idea de competitividad en el sentido convencional que se puede tener en la economía mainstream porque se acaba por reducir costes laborales y esto implica problemas con los salarios. Y demostramos que no es viable. Lo más viable para un destino maduro de economía de servicios es apostar por la sostenibilidad.

¿Aquí, cuando hablamos de sostenibilidad, de qué hablamos?
C.M.: De gestionar mejor los recursos naturales que tenemos, gestionar nuestros espacios y hacerlo de una manera medible. Y reclamamos como política pública concretar estos temas.

F.N.: Y en términos de competitividad, en cuanto a la diversificación teniendo en cuenta las TIC y los servicios, el análisis que hacemos en las Islas es positivo. Por ejemplo, de 2009 a 2015 hemos crecido por encima de España en las empresas TIC y empresas de comunicaciones. Y la aportación en empresas TIC al conjunto de España está por encima del 2,5% y es superior a Aragón, Murcia, Extremadura, Asturias, Navarra, Cantabria y La Rioja. Además, es evidente que si en los últimos años se han invertido más de 1.500 millones de euros en la reformas hoteleras, arrastra innovaciones de manera brutal y esto en el INE no está bien contabilizado. Pero solo con el 0,33% oficial, el rendimiento o eficiencia por euro invertido es el mayor de España. Y todavía falta la parte que no queda suficientemente registrada.

¿Vamos por el buen camino entonces?
F.N.: El problema es que tenemos una masa crítica muy pequeña y necesitaríamos que fuera mayor. Y una parte de este análisis está sesgado porque la contabilización que se hace de las innovaciones no tiene en cuenta la innovación turística, que no se contabiliza.

C.M.: Balears es un territorio más innovador de lo que registran las estadísticas oficiales. No es intuición, sino que los datos lo demuestran. No podríamos ser tan eficientes si no fuera porque tenemos más innovación de la que queda registrada en las estadísticas del INE.

F.N.: Con los datos que tenemos, es imposible explicar por qué tenemos la industria turística más competitiva del país. Porque hay un proceso de innovación que no se ha parado, si no sería imposible explicar el liderazgo de Balears.

¿El turismo es menos rentable hoy?
F.N.: A partir de 1985 la productividad del capital en el comercio y la hostelería experimenta una gran caída que está correlacionada con el crecimiento del stock de plazas y con una caída del grado de utilización de las camas turísticas en Balears. No rinde como antes. Y para mí, la gran diferencia que hay es que antes de 1985 el modelo turístico era compacto, donde la explotación hotelera predominaba en un resort cerrado, muy eficiente también desde el punto de vista ambiental, y a partir de 1985 se ha descontrolado el tipo de oferta, que ha tenido una diversificación de inversores y de impactos en el territorio y de ineficiencia que se han ido acumulando en el territorio.

¿Hay capacidades no desarrolladas de manera suficiente en Balears que se podrían espolear?
C.M.: Sí, sobre todo en la diversificación terciaria de alta cualificación. Tenemos un sector servicios muy diversificado y turismo no son solo turistas.

¿No hablamos de recuperar industrias?
C.M.: Si no tienen pulsión de mercado, no tiene ningún sentido. Pero sí ayudar a sectores industriales que sí tienen pulsión de mercado, como el calzado, la industria náutica, el sector agroalimentario, la metalurgia ligera como la bisutería. Hay una visión muy derrotista de lo que son los sectores terciarios y el sector turístico, que se pone en el mismo paquete con la construcción como incapaces de generar ningún tipo de know-how, tecnología propia o innovación, cuando la economía demuestra que es al contrario.

¿Cuáles son los principales problemas estructurales de Balears?
C.M.: Yo me centraría en la caída de la productividad del capital. Otro problema estructural que tenemos es la falta de capacitación en según qué franjas de capital humano. En el terreno de las nuevas tecnologías necesitamos un capital humano que no tenemos. El tercer problema estructural es la falta de apuesta del sector empresarial por la I+D. Podemos defender su actuación en el campo de la innovación, pero en la I+D el sector empresarial está fallando. Tendríamos que tener mecanismos fiscales como estímulo para los empresarios para que hagan más investigación básica. Y otro problema estructural son las externalidades ambientales. Con un problema demográfico importante y un índice de presión humana que cada vez va más in crescendo, se tiene que encarar con más inversión técnica en la gestión de residuos, emisiones y recuperación de las fugas de agua de nuestras infraestructuras, es decir, inversiones silenciosas.

F.N.: Y también hay un aspecto clave que no se contempla en los modelos economicistas, que es la escala. Es evidente que en Formentera, Eivissa y Menorca la escala pequeña da lo que da, por más tecnología que tengas, y es inamovible por los siglos de los siglos. Hay que tenerlo en cuenta en los análisis de la realidad económica, social y medioambiental.

¿Ofrecen alguna solución?
C.M.: Explicamos algunas soluciones para atacar los problemas estructurales con actuaciones en política pública que puedan reducir estos problemas, como las inversiones silenciosas. El libro quiere ser una llamada al liderazgo del sector público. Cuando ha habido épocas decaimiento en algunas regiones europeas, la unión del gobierno regional conjuntamente con empresarios y sindicatos ha sido determinante para conseguir avances, pero el liderazgo, el tractor, ha sido la administración pública. El sector público tiene que tener una misión y una visión clara del futuro.

En general, ¿vamos bien?
C.M.: Ni somos extraordinarios ni estamos tan fatal. Parece que autoflagelarse es más rentable y seguro que hay indicadores que van en este sentido, pero otros nos indican que Balears es una comunidad dinámica y tiene una capacidad de resiliencia muy elevada.