El director de El Económico, Pep Verger, analiza la situación actual y de cara al futuro del turismo en Balears.

El futuro del turismo se llena de incertidumbres. Es la principal industria de Balears. Y lo seguirá siendo, aunque el número de turistas será complicado que se mantenga en los niveles actuales. Además, los índices de rentabilidad de los últimos años es difícil que se prolonguen en el tiempo. La recuperación de los mercados competidores -fundamentalmente Turquía, Egipto y Túnez-, además de la paulatina mejora de destinos como Grecia o Croacia se apuntan como la principal causa que ha provocado un ligero retroceso en el número de turistas en julio y agosto.

Los visitantes han retrocedido en temporada alta un 1,32%, si bien los turistas extranjeros han bajado un 2,09%. La caída del mercado alemán ha sido muy superior y durante los dos meses de temporada alta ha alcanzado el 6,82%. Además, y pese al incremento experimentado durante el verano, el futuro del mercado británico está lleno de incógnitas, puesto que se da por segura la incidencia del brexit en el turismo, tanto si finalmente el adiós del Reino Unido es traumático como si es fruto de una negociación.

Otro importante factor a considerar es el precio. Los hoteleros de Balears han incrementado los precios de forma importante en los últimos años, después de realizar de forma mayoritaria reformas y modernizaciones de sus establecimientos. El pasado verano, los índices de rentabilidad hotelera, en general, han continuado mejorando.

En todo caso, no son pocos los empresarios del sector que tuvieron que recurrir a ofertas de última hora para poder llenar sus establecimientos en agosto. La temporada que viene se presenta así con importantes incógnitas, aunque algún hotelero ya ha comenzado a incentivar la venta adelantada con suculentos descuentos.

El turismo en Balears se llena de incertidumbres

El gasto turístico ha experimentado un ligero aumento en julio y agosto, aunque la estancia media y el número de pernoctaciones han retrocedido. La tendencia es que los viajes sean más cortos, por lo que es necesario incrementar el número de turistas para mantener las pernoctaciones.

Parece evidente que el número de turistas y las pernoctaciones, así como la estancia media, tienen una tendencia a la baja. De esta manera, la clave está en que los hoteleros sean capaces de aguantar los precios y poder así mantener la rentabilidad.

La aparición del alquiler vacacional hace ya unos años marca también el devenir del turismo en Balears. La modificación de la Ley del Turismo en 2017 y la zonificación aprobada por el Consell de Mallorca y el Ajuntament de Palma es evidente que tienen una influencia capital en el turismo.

En este sentido, es vital que exista una numerosa plantilla de inspectores que hagan cumplir la normativa vigente. Palma ha mantenido la prohibición del alquiler vacacional en viviendas plurifamiliares para salvaguardar los barrios del proceso de gentrificación que padecen en la actualidad diferentes zonas de la ciudad. Además, el Consistorio ha prohibido nuevos establecimientos hoteleros en el centro histórico con la única excepción de los edificios catalogados.

De momento, las sanciones previstas por la ley ya han provocado que los turistas que se han alojado en viviendas en régimen de alquiler en julio y agosto haya bajado de forma sustancialmente, un 15%. En cambio, los visitantes que han pernoctado en viviendas de su propiedad han sido 282.706 en los dos meses de temporada alta, lo que supone un incremento del 44,32% respecto al mismo periodo de 2017.

Lo que sí se ha mantenido un año más es la concentración de cruceros en algunos días de la semana. La turismofobia no es un fenómeno nuevo, ni mucho menos, aunque en los últimos años se ha manifestado con mayor intensidad.

La masificación ha provocado el rechazo al turismo por parte de una pequeña parte de la población, aunque son una inmensa mayoría -administraciones públicas y hoteleros incluidos- los que ven la concentración de personas en determinados lugares y a determinadas horas como un problema. De igual manera, el rechazo a las protestas de Arran o Ciutat per a qui l’Habita es casi unánime.

Durante este pasado verano han proliferado las denuncias en las redes sociales de embarcaciones que habían tirado el ancla sobre praderas de posidonia. La sociedad se está concienciando de la necesidad de preservar la posidonia, aunque la administración, al menos de momento, no tiene agentes suficientes para sancionar.

El verano ha estado también marcado por la polémica de los emisarios marinos, que han provocado el cierre de diferentes playas de Palma en distintas ocasiones. La solución no es fácil, puesto que se requieren inversiones millonarias, que una vez aprobadas necesitan de un tiempo de ejecución.

En este sentido, son varias las depuradoras de Balears que han quedado obsoletas y han de renovarse o sustituirse. Por otro lado, el pasado verano fue el primero en el que hubo restricciones al paso de vehículos hacia el faro de Formentor. El tráfico se redujo un 78% en julio y agosto.