La sede de esta empresa está situada en el kilómetro 3,7 de la carretera entre Eivissa y Sant Antoni desde el año 1995. | Daniel Espinosa

Andreu Villar Colera aterrizó en Eivissa en la década de los años sesenta. En el pueblo castellonense de Onda tenía una pequeña fábrica de azulejos y decidió expandir su negocio más allá del levante peninsular.

En la mayor de las Pitiüses encontró un territorio propicio para ello porque el ‘boom’ del turismo justo acababa de iniciarse y los incipientes hoteleros ibicencos necesitaban materiales de construcción y baldosas como el comer, por lo que Villar y su antiguo socio no tardaron en hacerse un nombre en Eivissa y a progresar como empresarios.

En sus inicios, Villar y su socio, vecino también de Onda, tenían un local en la avenida España de la ciudad de Eivissa y un almacén en la carretera de Sant Antoni, junto a lo que hoy es la discoteca Amnesia. La entente empresarial duró hasta los años noventa y desde 1995 Azulejos Ca n’Andreu tiene su sede en el kilómetro 3,7 de la carretera de Sant Antoni, justo a la entrada del polígono industrial de Montecristo.

Quien lleva el mando de la empresa son sus hijos, Andreu y Salvador Villar Álvaro, que como buenos hermanos se reparten las tareas que conlleva sacar adelante una empresa. El primero llevando el trabajo financiero y de contabilidad, y el segundo más de cara al público.

Y si en muchísimas ocasiones la falta de relevo generacional es la que provoca que los negocios tengan que cerrar, este no parece ser el caso de Azulejos Ca n’Andreu, donde los tres hijos de Andreu (Andrés, Sara y David) trabajan en la empresa familiar, lo que supone todo un orgullo para el clan Villar.

“Yo he estudiado Ciencias Empresariales y mis hermanos tienen una formación académica que nada tiene que ver con el mundo de la empresa, pero también han acabado aquí”, explica el nieto mayor de Andreu, Andrés Villar Marí, que recuerda que en la primera etapa del negocio, en el que no había demasiada competencia en su sector, Andreu Villar compaginó durante cierto tiempo su labor empresarial con la de teniente de alcalde en el Ajuntament d’Eivissa, lo que suponía que muchos ciudadanos pasaran por las oficinas de Azulejos Ca n’Andreu más bien para hablar de la actualidad política del municipio que con intenciones de comprar baldosas para alicatar el baño.

“Los clientes tienen un muy buen recuerdo de nuestro abuelo porque era casi como un banco; ayudó a muchas familias fiándoles los azulejos o los materiales de construcción que compraban. Ahora todo esto ha cambiado y ya no se puede hacer”, apunta Andrés.

NEGOCIO. El 70 por ciento del negocio de Azulejos Ca n’Andreu se centra en la venta de baldosas, sobre todo a nivel doméstico, mientras que el 30 por ciento se dedica a la venta de material de construcción también para el segmento familiar. La empresa de los Villar ofrece a sus clientes potentes marcas de la cerámica como Pamesa, Todagres, Weber, Peronda, Ecoceramic, Azteca, Azuvi o Baldocer, entre una amplia gama de productos cerámicos expuestos en su local de la carretera de Sant Antoni.

Azulejos Ca n’Andreu cuenta en la actualidad con ocho empleados, entre los que se incluyen los dos propietarios del negocio y Vicent, que empezó a trabajar en la empresa cuando el abuelo Andreu aún llevaba el negocio y antes, incluso, que sus dos hijos. A lo largo del día numerosas parejas y familias pasan por este establecimiento en busca de pequeñas cantidades de baldosas para reformar todo tipo de viviendas, ya sean pisos en los núcleos urbanos de la isla o casas de campo.

“En Eivissa la gente es muy tradicional y nos suelen pedir con frecuencia baldosas ‘que sean muy sufridas’ para que puedan pisarla llenos de barro después de haber estado trabajando en el campo”, asegura Andrés Villar.

Este negocio familiar también ha tenido que adaptarse a los gustos de sus clientes y en sus expositores cada vez hay más azulejos de mayor tamaño. Villar destaca que en Azulejos Ca n’Andreu “tenemos baldosas de dos metros por sesenta centímetros.

El problema es que los obreros no están acostumbrados a trabajar con azulejos tan grandes pero, como nosotros, tendrán que acomodarse a los gustos de la gente”. Además de azulejos y material de construcción, en Ca n’Andreu también ofrece de manera complementaria mobiliario para cuartos de baño, además de mamparas o platos de ducha.

INSULARIDAD. Los productos que ofrece Azulejos Ca n’Andreu a sus clientes provienen, en su mayor parte, del levante peninsular, donde están ubicadas la mayoría de las fábricas de azulejos y baldosas del país. “En verano sufrimos mucho más la insularidad porque los productos de alimentación tienen preferencia a la hora de embarcar y si en invierno podemos traer un plataforma en tres días, en verano los plazos se pueden alargar hasta los 15 o 20 días”, explica Villar.

Si uno pregunta por el hecho diferencial que define a Azulejos Ca n’Andreu a sus responsables, estos lo tienen claro: el trato con el cliente. “Por lo que sabemos, todo el mundo habla bien de Ca n’Andreu y, por suerte, hemos podido mantener nuestro nombre en Eivissa y que la gente hable bien de nosotros”, sentencia Andrés, que recuerda con mucho cariño cómo su abuelo le llevaba de niño a las fábricas de cerámica de Castellón para que empezara a familiarizarse con el negocio.