Cuando Joves Empresaris Balears anunció su disolución en marzo de este año, todo hacía pensar que su proyecto más emblemático en Menorca, Innovem, acabaría también desapareciendo de la esfera emprendedora.

Aquel faro de optimismo surgido en medio de la espesa niebla de la crisis parecía que se apagaba, acusando también un cierto desgaste de frescura e ilusión tras nueve años ininterrumpidos de celebración. Por suerte, el espíritu de aquel evento al que todo el mundo quería ir no se desvaneció y un equipo renovado asumió la responsabilidad de recuperar la organización.

Por cierto, casualidad o no del momento, el núcleo de trabajo estaba formado por tres mujeres y un solo hombre, Rosa Solà, Judith Morillas, Catalina Cardona y Àlex Sasot. El pasado 9 de noviembre se volvió a revivir aquel espíritu en el Innovem Fest’18 que se celebró en Es Mercadal, consiguiendo para mí lo más difícil, mantener viva la llama, volver a conectar a las personas alrededor de una jornada que contagiaba aquellas ganas de abrir la mirada para hacer las cosas distintas.

El balance conseguido fue positivo viendo los datos de asistencia, con 310 inscritos, un programa nutrido de buenas propuestas y una lista de ponencias más que inspiradoras. Por cuestiones de agenda no pude seguir todo el evento y creo que me perdí alguna de las ponencias estrella de la jornada, como la que protagonizó Xavier Marcet para arrancar.

Por la tarde me pidieron ejercer de entrevistador en el escenario con la participación de dos invitados muy especiales, dos niños de 11 y 12 años, una propuesta rompedora, dentro de una jornada dominada por adultos y dirigida a adultos.

Los dos protagonistas fueron Miquel Montoro, el famoso agro-influencer de Youtube, y Jordi Tomé, un apasionado de la robótica de mirada angelical, que se ha convertido en un referente de la programación mediante Scracth.

Del desparpajo de Montoro poco se puede añadir porque este fenómeno de 33.000 seguidores es tal cual lo vemos a través de sus vídeos, dominando la escena como si hubiera nacido en ella.

Mucho más introvertido se mostró Jordi Tomé, abrumado por tener tanta gente escuchándole, pero empatizó mejor con los asistentes por su sencillez y su humildad de pequeño gran genio, que demostró con dos de sus creaciones en movimiento. En definitiva, una muestra de la necesidad de que sigan existiendo cada año eventos como Innovem Fest, capaces de iluminarnos a todos.