Hace escasamente una semana que la presidenta del Govern, Francina Armengol, participaba en el primer Foro de Economía Banco Santander organizado por Diari Menorca. Un encuentro que se había programado a mediados de octubre del año pasado pero que, por desgracia, tuvo que ser aplazado a consecuencia de los trágicos sucesos de Sant Llorenç des Cardassar. Armengol aterrizó just in time en Maó procedente de Barcelona porque el día antes había tenido una reunión en el Comité de Regiones en Bruselas para defender los problemas de la insularidad en alianza con Córcega y Cerdeña.

Desde Es Diari habían preparado un elegante set con dos butacas sobre una pequeña tarima, pero Armengol prefirió no utilizar el escenario, respondiendo de pie a las preguntas que le hacía el editor Josep Pons Fraga. A la cita había asistido una concurrida representación de la clase empresarial menorquina, que se mostró comedida y más bien escasa a la hora de trasladar sus preocupaciones a la máxima mandataria del Govern.

En cualquier caso, Armengol disparó contra Europa reclamando un reconocimiento equiparable al de Canarias cuando se le preguntó por los costes de insularidad o el transporte aéreo, y también contra Madrid al reconocer que en la capital del Reino cuesta entender nuestra situación singular que nos convierte en una comunidad que aporta mucho a las arcas y recibe muy poco por habitante en inversión.

Armengol se apuntó la medalla del descuento del 75% como un triunfo del que estar orgullosos en esta legislatura, olvidando mencionar que fue gracias al voto de Coalición Canaria que se consiguió el reconocimiento y el día después de que nos enterásemos que la Comisión Nacional del Mercado de Valores puede abrir un expediente a las compañías aéreas por haber incrementado el precio de los vuelos un 15%. Aunque no se atrevió a poner fecha a la entrada en vigor del REB, Armengol estuvo locuaz y segura en sus respuestas, sin evitar ninguna cuestión por peliaguda que fuese, incluso cuando el presidente de Ashome, Luis Casals, le pidió que rebajase la euforia turística que llevaba en su discurso, recordándole muy acertadamente que Menorca no es Mallorca.

Foros de este tipo, y sobre todo encuentros de esta índole, son muy necesarios para poder avanzar en cuestiones que nos preocupan como sociedad menorquina, pero tenemos que saber aprovecharlos mejor en el turno de preguntas.