Puestos ya todos los focos en el 28 de abril, con la celebración de las elecciones generales, y en el 26 de mayo, con las autonómicas, municipales y europeas, cabe levantar la mirada y preguntarse qué es preciso que ocurra después de ambas fechas.

Con este objetivo, desde CAEB, la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears, que representa la voz de los empresarios de nuestras islas, hemos consensuado con las diferentes organizaciones empresariales un documento que recoge las propuestas que permitirían que las empresas de Baleares puedan seguir siendo capaces de generar riqueza y empleo más allá de las elecciones.

En un contexto de ralentización de la economía que tiene visos de conducirnos a una etapa de bajo crecimiento -contagiado por las economías de nuestro entorno y propiciado por muy diversos factores que apuntan todos en esa misma dirección- es preciso que quienes asuman las riendas de las diferentes administraciones públicas sean permeables a estas propuestas. En definitiva, para que pueda aumentar el bienestar de los ciudadanos, sector público y sector privado deben ir en la misma dirección.

Los gobiernos que se constituyan tras las elecciones tendrán en sus manos contribuir a que la desaceleración se cronifique o a que la economía encuentre apoyos para revertir esta situación. Esto último, un futuro mejor, es lo que todos deseamos. Pero optar a un futuro más próspero pasa por que los nuevos gobernantes sean capaces de garantizar la estabilidad política e institucional, abordar la necesaria reducción del déficit público, continuar el proceso de reformas estructurales y apostar por la unidad de mercado.

La estabilidad política aporta seguridad jurídica y genera la confianza que requieren no solo los ciudadanos, sino también las empresas y las inversiones, necesarias para la creación de empleo estable y de calidad. Asimismo, la consolidación fiscal debe venir por la vía de la reducción del gasto público, actuando sobre las duplicidades y el dispendio corriente y superfluo. Esto permitiría orientar más recursos a inversión productiva y aliviar la presión fiscal, reduciendo los impuestos que pesan sobre las familias -favoreciendo el consumo- y sobre las empresas -impulsando su competitividad y su capacidad de generar empleo-.
La economía sobrelleva además severos problemas estructurales.

Elevadas tasas de paro juvenil, baja productividad, economía sumergida y competencia desleal, excesiva normativa, desigualdad, falta de formación adecuada a las necesidades del mundo real, uso intensivo de recursos, escasa generación de valor, carencias en I+D+i, insuficiente nivel tecnológico en pleno estallido de la digitalización, limitada internacionalización...

Son cuestiones que requieren continuar con el proceso de reformas estructurales y no revertir las que han servido para dinamizar la economía, propiciando la salida de la crisis y trasladando confianza a los agentes económicos.

Los gobiernos deberían procurar la unidad de mercado en las leyes autonómicas, garantizando que ciudadanos y empresas tengan los mismos requerimientos en cualquier territorio del país y las mismas oportunidades. Y la insularidad es un factor que nos hace competir en desigualdad, por lo que es preciso una mejora de la financiación autonómica y un REB al que no le falte la dotación presupuestaria.

Estas son, en resumen, las principales propuestas empresariales que conforman el documento que hemos trasladado a los partidos políticos, que centrarán sendos encuentros con los principales candidatos que CAEB organiza previos a ambas jornadas electorales y que estaremos pendientes de que se cumplan a partir del día después de las elecciones.