El futuro Parador de Turismo se ubicará en lo más alto del puig de Vila, junto a la Catedral. | DANIEL ESPINOSA

Las grúas volverán a Dalt Vila ocho años después. Turespaña ha adjudicado las obras de construcción del Parador de Turismo de Eivissa a Acciona, que se ha impuesto a una decena de empresas que aspiraban a realizar los trabajos, por 21,1 millones de euros, un proyecto que llevaba atascado desde que en 2011 se encontraran importantes restos arqueológicos durante las primeras obras que hicieron inviable el proyecto inicial de rehabilitación de los edificios del castillo y la Almudaina. Desde entonces, ningún Gobierno había sido capaz de impulsar de nuevo el que será el primer Parador de Turismo del archipiélago balear.

Desde el Ajuntament d’Eivissa esperan que en el último trimestre del año, como muy tarde, Acciona empiece unos trabajos que tienen un plazo de ejecución del 24 meses. “Es un proyecto que peleamos en Madrid desde el primer minuto de la legislatura pasada y con el cambio del gobierno notamos un cambio muy grande. En mayo de 2018 nosotros les concedimos la licencia de obra y Turespaña ha cumplido con lo que nos dijo al licitar la obra”, destaca Elena López, primera teniente de alcalde del Ajuntament d’Eivissa.

El Parador es un vecino muy esperado en Dalt Vila, un barrio de la ciudad de Eivissa declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace ahora 20 años al estar rodeado por las murallas renacentistas, pero en el que cada vez viven menos ibicencos. La apertura durante todo el año de este establecimiento turístico de alto nivel se espera que dé a la zona un nuevo impulso y que a su alrededor surjan pequeños comercios que ayuden a revitalizarla. “Será uno de los Paradores más importantes de España”, presume Elena López, quien destaca que cuando las obras esté terminadas “se dará accesibilidad al punto más alto de la zona Patrimonio de la Humanidad”. El Parador estará situado “en un lugar privilegiado y revitalizará la zona antigua”, asegura López.

HISTORIA. Los edificios del castillo y la Almudaina d’Eivissa se encuentran junto a la Catedral d’Eivissa, en el punto más elevado del puig de Vila, y sus construcciones son originales de los siglos XVI y XVIII, aunque fueron levantados sobre las instalaciones que ya tenían los musulmanes y en el mismo espacio en el que se ha acogido a los gobernadores de la isla a lo largo de su historia. El recinto fue escenario también del suceso más trágico de la Guerra Civil en Eivissa, conocido como los ‘fets des Castell’. La noche del 13 de septiembre de 1936, después de un bombardeo de la aviación fascista italiana sobre la ciudad, los milicianos en retirada asesinaron a 93 prisioneros en el castillo. Un hecho que quedó grabado en la memoria colectiva de la isla.

En 1972, el entonces Ministerio del Ejército cedió el recinto militar al Ajuntament d’Eivissa. Sin embargo, la escasa fuerza financiera del Consistorio provocó que estas instalaciones permanecieran en desuso durante décadas hasta que en la época del socialista Xico Tarrés como alcalde de la ciudad (1999-2003 y 2003-2007), el Ajuntament cedió a Turespaña las edificaciones con la condición de que en ellas se ubicara un Parador de Turismo.

Las obras en el castillo y la Almudaina empezaron en 2009, aunque no fueron del agrado de todo el mundo. Arquitectos y el Institut d’Estudis Eivissencs criticaron el impacto que supondría para la zona la construcción de un aparcamiento subterráneo en la zona de es Soto y la instalación de un ascensor que lo conectaría con el Parador y que agujerearía la muralla.

El Consell d’Eivissa obligó a reducir el impacto, pero con los trabajos ya en marcha continuaron las voces discordantes por el crecimiento en altura del castillo, que ha modificado el skyline de Dalt Vila y rivaliza con la torre de la Catedral por el punto más alto de la ciudad.

RESTOS. Lo que no consiguieron las quejas por el nuevo aspecto de Dalt Vila sí lo hicieron los importantes restos arqueológicos encontrados durante las reformas. Las obras de reconversión del Castillo en un Parador pusieron al descubierto restos de muros de época fenicia que datan de finales del siglo VII y principios del VI a.C., es decir, los primeros vestigios de la ciudad de Eivissa después de que los fenicios decidieran abandonar el poblado de sa Caleta, situado en el municipio de Sant Josep de sa Talaia y también declarado Patrimonio de la Humanidad.

Además, también se detectaron restos de casas de época púnica y un templo romano que el Consell d’Eivissa pidió conservar, lo que provocaba cambios en el proyecto inicial insalvables y Turespaña decidió paralizar unas obras que estaban al 60% de su ejecución.

RETRASOS. La interrupción de los trabajos coincidió con la crisis económica y su reanudación no ha estado entre las prioridades del Gobierno hasta la pasada legislatura. En junio de 2012, la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, realizó la primera visita a las obras tras su paralización y prometió que el Parador “verá la luz esta legislatura, a no ser que pase algo que nos retrase mucho”. La legislatura terminó tres años después sin ningún avance al respecto.

El siguiente político de Madrid en darse un paseo por el castillo fue, en 2017, la nueva secretaria de Estado de Turismo, Matilde Asián, que esperaba “tener el honor de concluir las obras” bajo su mandato. Tampoco acertó, pese a que un año antes, en 2016, Turespaña eligió el proyecto definitivo para terminar las obras. Sin embargo, los Presupuestos Generales del Estado carecían de una partida específica para su continuación.

No obstante, con la llegada del PSOE al Gobierno y de la mallorquina Bel Oliver a la Secretaría de Estado de Turismo ha sido cuando el proyecto de construcción del Parador ha vuelto a impulsarse. “Se dará un fuelte impulso al Parador de Eivissa”, vaticinó Oliver a principios de año. Y así ha sido. En plena campaña electoral para las elecciones generales del pasado mes de abril, la ministra de Turismo Reyes Maroto anunció en Eivissa la autorización a Turespaña por parte del Consejo de Ministros de la contratación de las obras de rehabilitación del castillo y la Almudaina.

PROYECTO. El futuro Parador contará con 72 habitaciones distribuidas en el conjunto de edificaciones. Además, incorporará un centro de interpretación, una piscina exterior con solárium, una sala multifuncional y un aparcamiento subterráneo en la zona de extramuros situada entre los baluartes de Sant Bernat y Sant Jordi de cuarenta plazas, entre otros servicios. ‘De piedra seca’, de los arquitectos Ramón Andrada, Ignacio Lliso y Julián Manzano-Monis, ha sido el proyecto arquitectónico ganador del concurso de ideas organizado por Turespaña.

El aparcamiento subterráneo a pie de muralla se construirá con muros de bancales de piedra que se extraerá de la misma excavación de la obra. El nuevo proyecto también reduce a tres los cuatro ascensores que había previstos inicialmente, dos para los clientes del establecimiento hotelero y uno de uso público que desembocará en el centro de interpretación propuesto donde se inicia el itinerario museístico de las ruinas arqueológicas aparecidas durante la primera fase de las obras.