La recesión anunciada no obedece a ninguno de los esquemas habituales. Desde mediados del siglo pasado el ciclo económico tiene lugar en dos tiempos. En una primera fase el empleo crece, los ingresos aumentan y en esta línea le siguen el consumo y la inversión, todo ello encadenado hasta que llega un momento en que aparecen perturbaciones tales como desequilibrios, especialmente en el mercado del empleo. Los salarios aumentan, la inflación en los precios de los bienes y servicios se acelera. Los bancos centrales establecen limitaciones sobre los créditos, la inversión y después el consumo y la contratación del personal, se atascan y se entra en una fase depresiva.

En este esquema no encaja nuestro actual curso de los acontecimientos. Solo se ha alcanzado el pleno empleo en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos (el paro es inferior al 4% en los tres casos), pero con ninguna previsión de que la inflación alcance las cotas deseadas. A los economistas no les faltan explicaciones, pero la confusión y desorden en los bancos centrales es alarmante; estos hacen todo lo que pueden para situar la inflación en el nivel deseado, pero no lo consiguen.

El dinero que ellos introducen en el sistema beneficia a los activos financieros, inmuebles, valores, obras de arte y no en cambio a los bienes corrientes y salarios, a lo que se añade la persistencia de las desigualdades patrimoniales con el fracaso de las políticas que deberían protegernos de los vientos contrarios ya provengan del brexit, de las guerras comerciales, de Italia o Alemania

Las tensiones comerciales y el debilitamiento del crecimiento global han provocado que las empresas reduzcan la inversión en el segundo trimestre del año. En la fabricación, la producción y la utilización de la capacidad han estado cayendo desde finales de 2018. Aunque la reserva federal ha calificado el crecimiento del empleo como sólido, algunos analistas temen que el mercado laboral se tambalee.

Como se esperaba, estas preocupaciones llevaron a la reserva federal a bajar las tasas por segunda vez este año, en 0,25 puntos porcentuales y dada la agitación de los mercados monetarios, la Fed inyectó efectivo a corto plazo, por primera vez en una década, después que la tasa de fondos federales a la que usualmente los bancos pueden prestarse entre sí, alcanzara un pico intradía de más del 10%, afortunadamente estas intervenciones funcionaron y la tasa de recompra volvió a su nivel habitual.

Estas oscilaciones y la reacción de la reserva general no indican necesariamente que el sistema financiero de EEUU esté en peligro según los analistas añadiendo una cierta preocupación ante la posible falta de información, aunque admiten que su economía está resistiendo el tirón de la recesión, superando el otro síntoma que provenía de la curva de rendimiento cuando las tasas de los bonos gubernamentales caen por debajo de las de la deuda pública a corto plazo. La salud de su mercado laboral ha sido la fuente de aliento más duradera para quienes buscan el lado positivo.

Un factor que podría ser específicamente determinante para España sería el empleo. Cualquier reforma de la normativa laboral que modificara la mínima objetivación de las rescisiones contractuales tendría efectos muy negativos de cara a futuras contrataciones y los comentarios serían antológicos cuando los que saben de estos temas divulgaran que lo orígenes provienen de un gobierno socialista que con el nuevo enfoque del despido objetivo se eliminó el poder de la magistratura para calificar sin datos determinadas situaciones empresariales.

Un segundo factor determinante sería el tema fiscal. Tenemos tipos impositivos de los más altos de Europa y estadísticas para comparar e invalidar opiniones basadas en nuestra aparente presión fiscal consecuente de la mala gestión tributaria del gobierno del Reino de España, penalizando siempre a los que pagan.