La actividad en el aeropuerto de Palma se ha incrementado de forma significativa en los primeros días de julio con el aumento de la conectividad aérea. | Teresa Ayuga

La temporada turística se ha iniciado. Lo peor, desde el punto de vista laboral, llegará al acabar la temporada, ya que también tendrán fin las ayudas extraordinarias que suponen los ERTE. Muchos trabajadores fijos discontinuos no tendrán derecho a cobrar el subsidio de paro puesto que, o no habrán trabajado, o lo habrán hecho solo unos meses, por lo que deberán solicitar algún tipo de subsidio para poder pasar el invierno. Hay que añadir también la posibilidad de que haya rebrotes de la pandemia al llegar el otoño, que podrían afectar a la capacidad productiva o a la demanda, aunque por ahora se descarta otro confinamiento estricto. La estacionalidad de la economía, en estas circunstancias, es el principal motivo por el que Baleares será la comunidad donde más aumentará en términos relativos la pobreza.

La temporada turística no será buena, pero será mucho mejor que las previsiones realizadas durante las largas semanas de confinamiento que apuntaban a un verano en blanco.

Finalmente, ya han abierto numerosos hoteles y, de forma paulatina, abrirán muchos más, aunque es pronto aún para cuantificar el porcentaje de establecimientos activos durante los meses estivales. Además, la ocupación es también una incógnita, si bien no se prevé que en el conjunto de la breve temporada supere el 60%, siempre a la espera de la evolución de los mercados emisores.

Las consecuencias de la pandemia y una temporada turística tan peculiar como la actual serán devastadoras para numerosos trabajadores. En el mejor de los casos, muchos asalariados y autónomos podrán percibir algún tipo de prestación, subsidio o renta mínima, aunque es evidente que la caída de ingresos afectará en gran medida a la demanda interna, con una previsible caída del consumo.

Hay que tener en cuenta que muchos trabajadores viven todo el año de haber trabajado solo parte. Unos ingresos de temporada -entre medio año y nueve meses en el mejor de los casos- que tienen que organizar para poder vivir todo el año. Algunos trabajadores pueden acceder en invierno a la prestación por desempleo u otros subsidios. Este verano, durante parte de la temporada o en su integridad estarán en ERTE y, por tanto, recibirán la prestación de desempleo que supone ingresar alrededor el 70% del sueldo habitual, es decir, un 30% menos. Tampoco habrá propinas, y todas las personas que vivían de la economía sumergida se ven hoy sin ingresos y sin protección.

Además, hay que considerar que numerosos trabajadores temporales dedicados al sector turístico no encontrarán trabajo, puesto que hoteles, bares y restaurantes pasarán la temporada con los fijos discontinuos -y quizás no todos-. Es decir, que este año no contratarán trabajadores temporales con el consiguiente aumento del paro.

De igual manera, la oferta complementaria notará también los efectos de la pandemia en la temporada.

Aeropuerto de Palma
Ya han abierto numerosos hoteles y la actividad en Son Sant Joan se ha incrementado en los primeros días de julio.

Alternativas

Los trabajadores que están en empresas que han solicitado un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) han tenido derecho a prestación de paro contributiva aunque no llegaran a la cotización mínima para poderla recibir. Además, el tiempo que están en ERTE no consume su cotización acumulada para el paro.

También hay que destacar que gracias al Govern balear se pudo incluir en el ERTE a los trabajadores fijos discontinuos que todavía no hubieran sido llamados a trabajar esta temporada, lo que ha garantizado una cobertura social mucho mayor.

El Gobierno central ha prorrogado las medidas de protección por desempleo a los trabajadores en ERTE hasta el 30 de septiembre, y hasta el 31 de diciembre de 2020 en el caso de los trabajadores fijos discontinuos. Sin embargo, los ERTE solo pueden durar como máximo seis meses, por lo que en Baleares este extremo no tiene ninguna aplicación práctica.

En todo caso, el futuro inmediato de los fijos discontinuos cuando acabe la temporada es incierto. El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) recibe cada día un gran número de consultas, y la casuística es múltiple y compleja.

Un trabajador, sea fijo discontinuo o fijo, tiene derecho a prestación contributiva de desempleo si lleva cotizados 360 días. Durante los ERTE de suspensión, los días en que se ha cobrado prestación por desempleo no computarán para el reconocimiento de un futuro derecho. Sí que cuentan en el caso de ERTE de reducción de jornada. Al terminarse el ERTE, el SEPE contabilizará los días de ocupación cotizados dentro de los seis años anteriores a la situación legal de desempleo o al momento en que cesó la obligación de cotizar. Por tanto, las alternativas que tienen son cobrar la prestación contributiva por desempleo, si tienen como mínimo 360 días cotizados o, si no llegan al año, tratar de obtener algún subsidio de desempleo -no contributivo- en función de la edad, el número de meses cotizados y de si se tienen o no responsabilidades familiares. Muchos trabajadores tendrán que pasar el invierno con 430 euros al mes, que es el 80% del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM), habiendo ingresado en verano mucho menos que en una temporada normal.

También podrían solicitar el Ingreso Mínimo Vital si la suma de ingresos de la unidad familiar es inferior a la renta garantizada anual, que oscila entre los 5.500 euros de una persona sola hasta los 12.000 euros aproximadamente para una pareja con tres hijos. La norma general indica que solo se puede solicitar si los ingresos de 2019 fueron inferiores a estas cantidades, pero excepcionalmente también se puede pedir aunque el año pasado los ingresos de la unidad familiar superaran estos umbrales, si durante el tiempo transcurrido del año actual se han obtenido ingresos que, en términos anuales, estarían por debajo de esta cifra.

Asimismo, el Govern balear amplió los perfiles receptores de la Renta Social Garantizada (Resoga) para que cubriera a cualquier adulto que no tuviera derecho a ninguna otra prestación durante la situación de emergencia social provocada por la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19.

Hay que señalar, no obstante, que Baleares es la comunidad que más se ha aprovechado de la figura de los ERTE por el hecho de haber incluido a los fijos discontinuos. Más de un 30% de los afiliados a la Seguridad Social en el mes de mayo en Baleares estaban en ERTE, y en junio fueron el 24,4%, es decir, 121.585 de un total de 595.206 afiliados a la Seguridad Social. Entre mayo y junio, 30.073 trabajadores han salido del ERTE para reincorporarse a sus posiciones.

Fuentes del SEPE indican que en la campaña de prestaciones de 2019 en Balears un total de 31.227 trabajadores fijos discontinuos cobraron prestación por desempleo de nivel contributivo, mientras que unos 8.760 percibieron subsidios por desempleo. Esta temporada, debido a las consecuencias económicas de la pandemia, la previsión es que tras la finalización de los ERTE bajará el número de perceptores de prestaciones contributivas, mientras que se producirá un fuerte incremento de los subsidios.

Palma
La afluencia de clientes es significativa en bares y restaurantes.

Desigualdad y pobreza

Oxfam Intermón asegura que Baleares será la comunidad donde más aumentará la pobreza relativa. Para llegar a este dramático pronóstico ha estudiado la distribución de la población por deciles de renta y cómo impactarán en ella el desempleo y la caída de ingresos a partir de una disminución del PIB del 9% y de un incremento del paro que pasará del 13% al 19%. Este estudio no tiene en cuenta las medidas paliativas del Gobierno, como los ERTE o las ayudas a autónomos, entre otras. Con este planteamiento, las personas por debajo de la línea de pobreza, que se sitúa en 8.200 euros anuales en 2019, aumentarían en las Islas un 11,7%, el mayor incremento de todo el Estado, pasando de 174.393 a 194.781. Es decir, 20.388 más debido al coronavirus. De forma que la tasa de pobreza relativa pasaría del 14,55% al 16,25%, 1,7 puntos más.

En todo el país, la pobreza relativa se incrementará 1,57 puntos hasta el 23,07%, lo que significa que el número de personas por debajo de la línea de pobreza aumentaría en más de 700.000 hasta los 10,8 millones de personas. Con la circunstancia de que el decil de personas más pobres en términos de renta perderá un 20,5% de renta disponible, mientras que el decil más alto perderá solo un 2,4%. Esto supone un incremento de la desigualdad de la renta neta de 1,7 puntos, cuando durante la Gran Recesión el año que más creció, 2013, apenas lo hizo en un punto.

Además, el Banco de España ha explicado esta semana que la crisis está afectando con más dureza a las mujeres y a los menores de 35 años, y advierte que repuntará la desigualdad en los próximos meses. Por ello, recomienda que se pueda compaginar el cobro del ERTE con otro trabajo, lo que a día de hoy no es posible. Asimismo, considera que la mayor desigualdad con la que se salió de la Gran Recesión está afectando a la cohesión social y resta dinamismo a la recuperación tras la pandemia. Considera necesario reducir la temporalidad del empleo, aumentar la productividad y subir los impuestos una vez se haya salido de esta crisis, cuando la deuda pública se disparará indefectiblemente.

El Banco de España recordaba en su informe que Baleares fue de las provincias con menor tasa de mortalidad por COVID-19 pero, sin embargo, ha tenido el mayor impacto en la afiliación interanual en mayo.

Solo en el primer trimestre, los datos de Contabilidad Nacional del Instituto Nacional de Estadística indican que el Producto Interior Bruto de España cayó un 5,2% en el primer trimestre de 2020 con respecto al trimestre anterior. En términos interanuales, la caída es del 4,1%. Y eso que el estado de alarma se decretó el 14 de marzo y, por tanto, el impacto del confinamiento afectó solo a la última parte del periodo. El PIB balear cayó de forma interanual un 6,5% en el primer trimestre, según el Govern.

Se espera un descalabro de la actividad sin parangón en el segundo trimestre, y en cualquier caso, el nivel de actividad previo a la pandemia no se recuperará hasta el año 2022.