El panorama que ofrece la Platja de Muro es desértico, con la mayoría de comercios y bares cerrados y sin apenas turistas a mediados de octubre.

La segunda oleada se extiende por Europa con rapidez y son muchos los países que endurecen sus medidas anti-COVID. En esta situación, la inmensa mayoría de los hoteles de Mallorca hace ya varias semanas que cerraron sus puertas y que no reanudarán su actividad por ahora. El invierno ha llegado en otoño y no se esperan brotes verdes hasta entrada la primavera -da inicio el 20 de marzo-.

Inglaterra, Alemania, Francia, Países Bajos o la República Checa son algunos de los países que han adoptado nuevas medidas para evitar la propagación del coronavirus. Irlanda, por ejemplo, fijó el pasado martes un confinamiento casi total hasta el próximo uno de diciembre. En esta situación, y pese al anuncio del turoperador alemán TUI de reiniciar sus vuelos con Balears, el turismo se encuentra en estado casi vegetativo, prácticamente sin actividad. La conectividad y la frecuencia de los vuelos hacia los tres aeropuertos de las islas se ha reducido de forma drástica y los pocos vuelos que persisten aterrizan y despegan medio vacíos.

En este sentido, las diferentes zonas turísticas se encuentran con la práctica totalidad de sus hoteles cerrados. La capacidad alojativa de las Islas se ha visto reducida a la mínima expresión y los establecimientos que permanecen abiertos tienen ocupaciones escasas, que no llegan, en general, al 50%. La falta de turistas no afecta, evidentemente, solo a los hoteleros, sino que toda la oferta complementaria se ha visto también abocada al cierre. Los restaurantes, bares o comercios de las diferentes zonas turísticas decidieron hace semanas bajar la barrera o mantienen sus puertas abiertas, pero con un nivel de ventas casi ridículo.

La gran incógnita es cuándo podrá recuperarse la vieja normalidad, si es que algún día vuelve. En la actual situación nadie se atreve a realizar un pronóstico claro. Los diagnósticos coinciden en asegurar que la situación sanitaria decidirá el futuro del turismo en Balears y apuntan a que una segunda temporada casi perdida supondría la desaparición de numerosas empresas y la pérdida de miles de puestos de trabajo. Hoy, el sector hotelero confía en que la temporada que viene pueda desarrollarse con relativa normalidad, aunque nadie espera una buena campaña. Eso, sí, mejor que la última.

Un buen número de establecimientos que abrían sus puertas año tras año a mediados de febrero o principios de marzo han decidido ya que este año continuarán cerrados. El mercado cicloturista, como también sucede con los senderistas, está parado ahora mismo y, aunque pueden variar su decisión en función de la demanda, hoy por hoy han decidido no abrir.

playa de Palma
Los negocios abiertos en la playa de Palma, que son excepción, han visto reducida su facturación de forma drástica.

En principio, la temporada del año que viene se iniciará a principios de abril, coincidiendo con la Semana Santa, si bien dependerá de la evolución de la pandemia, de la accesibilidad de la vacuna y de la seguridad sanitaria que pueda ofrecer el destino.

En principio, el hecho de que se haya anunciado que Europa dispondrá de vacunas entre finales de año y principios de 2021 abre un hilo de esperanza. A principios de octubre, el Govern pactó con Madrid los protocolos que se negociarán con los países emisores. Los test rápidos de antígenos, que con un coste inferior a los cinco euros ofrecen resultados fiables, pueden ser también una solución, siempre y cuando la pandemia esté controlada, tanto en origen como en destino.

El Consell de Mallorca lanzó días atrás la segunda edición del programa ‘Gaudeix l’illa’, que ha otorgado 1.000 bonos por dos noches de hotel en Mallorca. Es una iniciativa encaminada a dinamizar el sector turístico en temporada baja -hasta el 30 de noviembre- y que beneficia a 18 hoteles de menos de 50 habitaciones. La subvención total del Consell es de 200.000 euros y agracia a 2.000 personas, puesto que cada bono es para dos. Los beneficiarios han de pagar 50 euros al hotel, mientras que el Consell subvenciona cada bono con 200 euros.

Por otro lado, el Govern y la Agrupación de Agencias de Viajes de Balears (Aviba) decidieron aplazar la comercialización del denominado bono turístico, que pretende incentivar los viajes interislas. Consideraron que la actual situación sanitaria no es la más idónea y, en principio, acordaron poner en marcha la iniciativa después de Navidad, siempre y cuando la oferta hotelera sea mayor.

UN FUTURO DIFERENTE. Los pronósticos apuntan a que el futuro será diferente y aluden a dos argumentos que se presentan como irrenunciables: la digitalización y la transición energética. En ambos casos, son procesos que ya se han iniciado en Balears, que incluso se han visto potenciados por la pandemia, pero que necesitan un gran impulso colectivo para asentarse y generalizarse.

Nadie pone en cuestión que el turismo continuará siendo el principal activo económico de Balears, aunque hay coincidencia en señalar que sería bueno contar con alguna otro sector pujante y competitivo. Sea como sea, no será en el corto ni en el medio plazo cuando Balears recupere los más de dieciseis millones de turistas que visitaron las Islas en 2019. Eso, seguro. Y cada día son más los que consideran que tampoco sería bueno.

El turismo de Balears apuesta por la digitalización y el escrupuloso respeto por el medio ambiente, que requiere de una clara transición energética. La movilidad es uno de los aspectos más destacados. Balears tiene las dimensiones adecuadas para que el coche eléctrico se generalice. De momento, la penetración de este tipo de vehículos es casi simbólica, aunque tanto el Gobierno central como el autonómico apuntan en esta dirección.

Las Islas han iniciado el proceso de descarbonización, si bien el peso de las energías renovables es extremadamente bajo.

Días atrás, Protur Hoteles inauguró un parque de energía fotovoltaica que ha de servir energía limpia a establecimientos de su propiedad. Además, cada día son más las cadenas hoteleras que exigen a su proveedor que la energía que les suministra sea limpia.
Los principales grupos hoteleros de las Islas y gran parte de los diferentes establecimientos existentes establecieron tiempo atrás medidas para contribuir al cuidado del medio ambiente.

Por otro lado, la digitalización también avanza en la hostelería y en un futuro cercano estará ya presente en la inmensa mayoría de procesos, no solo en la comercialización.