Imagen del parque fotovoltaico de Protur, ubicado en sa Coma, para autoconsumo de cinco hoteles que tiene en la zona.

La economía debe ser más respetuosa con el medio ambiente y debe avanzar en la digitalización. No hay debate. Desde analistas hasta empresarios, pasando por lobbies ecologistas, en Balears nadie discute que la sostenibilidad es una necesidad no ya del futuro, sino del presente. Así lo afirman diferentes voces preguntadas sobre de qué manera saldrán las Islas de la crisis. En cambio, el ámbito turístico centra el debate, ya que hay visiones encontradas sobre si es imprescindible volver al escenario de 2019, con 16 millones de turistas en las Islas, o, por contra, no se llegará -o no se debería llegar- nunca más a esas cifras de visitantes. La mayoría de los encuestados se muestran partidarios de mantener los ingresos turísticos con menos volumen.

Encuesta
Los participantes en la encuesta.

La crisis que vive Balears no tiene precedentes. Las restricciones de movilidad y seguridad han hundido la actividad turística y contraen todos los sectores. A finales de septiembre eran ya 77.112 los parados apuntados en el SOIB, casi el doble que el año pasado por las mismas fechas, y esto sin contar los 69.531 trabajadores que estaban en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.

El empeoramiento de los contagios genera cambios continuos en la actividad, lo que no hace más que aumentar la incertidumbre. Las mayores incógnitas son si al existir la vacuna volverán los patrones de consumo anteriores a la pandemia y si Balears podrá aprovechar esta crisis para hacer los cambios estructurales que hace décadas que están en el debate público.

Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa, descarta volver a la estructura económica de 2019. “Recuperar lo perdido, algo que se ha erosionado o destruido después de un evento negativo, es más reactivo que proactivo y, sobre todo, poco ilusionante. Sabe a poco para hablar de recuperar las constantes de 2019”, contempla. Acerca de la actividad turística, no quiere poner el foco en la cantidad: “Hay que garantizar 16.500 millones de ingresos turísticos o más. Hay muchas formas de conseguirlo”.

En la misma posición se sitúa José María Vicens, presidente del Cercle d’Economia de Mallorca: “El objetivo no son 16 millones de turistas, el objetivo es recuperar el progreso, el bienestar y el desarrollo sostenible”, señalando que mientras no exista una vacuna, hay que aprender a convivir con esta “plaga”, lo que supone un “enorme reto, muy complejo”.

Jordi Mora, presidente de PIMEM, cree que lo primero es recuperar la actividad económico. “Hay que recuperar la normalidad, pero con cambios que minimicen el riesgo de nuestro modelo”.

Carmen Planas, presidenta de CAEB, es del mismo parecer: “Recuperar la normalidad de 2019 es necesario y urgente”.

Mientras que Maria Frontera, presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), señala la difícil coyuntura: “Los escenarios han cambiado en todos los ámbitos y el que no lo asuma y crea que las cosas se solucionarán por inercia lo va a tener muy complicado. Lo que está claro es que, de la mejor forma posible, hay que lograr mantener los ingresos que generaba el turismo en esta comunidad”.

El economista Onofre Martorell, decano del Col·legi d’Economistes de les Illes Balears, considera que el objetivo del Archipiélago debe ser recuperar la normalidad de 2019 y la actividad turística, pero cree que se tardarán entre dos y tres años. “Y después, seguir potenciando un mayor gasto turístico”, señala.

En el mismo sentido se posiciona Antoni Mercant, presidente de la Cámara de Comercio de Mallorca: “Es prioritario recuperar la normalidad económica y sociolaboral pre-COVID pero también es el momento de empezar a cambiar el objetivo volumen por el objetivo valor. Necesitamos turistas pero huyamos de la masificación descontrolada”.

Apol·lònia Julià, presidenta del Colegio de Graduados Sociales de Balears, define su objetivo común de la siguiente manera: “Que las empresas tengan expectativas de negocio, que generen beneficios y que se mantengan o mejoren los puestos de trabajo. Muchas de ellas se verán abocadas al cierre si la campaña turística de 2021 no se desarrolla con más o menos normalidad o si no llegan más ayudas para empresas y trabajadores”.

Otras voces se muestran en contra de volver a la situación económica previa a la pandemia. Jaume Adrover, portavoz de Terraferida, es tajante en el sentido contrario: “No podemos volver a esas cifras. Hay que recortarlas para no colapsar. Proponemos empezar por los cruceros”, señala.

Amadeu Corbera, presidente del GOB, también menciona cambios permanentes. “Pretender volver a como eran las cosas en 2019 es y será imposible, también en el turismo. Hemos colapsado”, dice.

Y el economista de Futur Finances Pau Monserrat explica que el turismo se transformará. “La pandemia va a cambiar muchas cosas en el futuro. Los viajes serán más caros, la gente viajará menos veces y exigirá máxima seguridad a nivel sanitario, jurídico y de orden público. Además, el alquiler turístico de calidad será muy demandado. Necesitamos generar más ingresos con menos turistas”, comenta.

DIGITALIZACIÓN Y ENERGÍA. Parece claro que la digitalización y la transición energética no son cosa del futuro, sino del presente. Sin embargo, pese a estar de acuerdo en la teoría, existen grandes divergencias sobre cómo se aplican estos cambios en la práctica.

Para el director técnico de la Fundación Impulsa, se trata de “vectores disruptivos”. “Es una revolución que cambiará radicalmente la forma en que se crea el valor económico. Estamos dejando atrás una economía en esencia energética y pasando a otra que depende de la creación y transformación del conocimiento”, señala.

El portavoz de Terraferida es escéptico ante este planteamiento. “Si la digitalización supone seguir creciendo a lo loco y disparar más el consumo de energía y recursos, aceleraremos hacia el colapso. Si digitalizar supone ahorrar en agua y energía, evitar desplazamientos en coche y avión, simplicar trámites y bajar nuestro impacto, podríamos mejorar. Ahora, después de comprobar que la economía azul supone edificar más hoteles a pie de playa o que quemar basura a lo bestia es economía circular, ya no nos tragamos más ocurrencias”.

En el mismo sentido se muestra el presidente del GOB: “Debemos asumir que la era del monoturismo-construcción y los grandes beneficios hoteleros-constructores se ha acabado. Habrá un cambio radical de nuestra manera de vivir”.

Portopí
Al paralizarse el tráfico marítimo, en abril de este año, se pudo observar el agua del mar cristalina en Portopí.

José María Vicens apunta que la digitalización puede acelerar la nueva administración ágil y rápida “que todos deseamos”.

“Tener un sistema de trabajo que permita descentralizar las tareas y tener parte de la fuerza laboral trabajando en diferentes sitios es una de las mejoras básicas que ha venido para quedarse”, menciona Pau Monserrat.

Jordi Mora define el plan de transición digital y energética que Balears necesita, a su parecer: “una fuerte apuesta por la Formación Profesional en áreas tecnológicas y energéticas, planes de ayudas para empresas para energía sostenible y economía circular, planes de internacionalización y campañas de consumo del producto local”.

Carmen Planas señala que estos ámbitos son el “presente” y que son fuente de productividad y competitividad.

“Digitalización y transición energética significan simplificar trámites, ahorrar desplazamientos y papel, mejorar comunicaciones y competitividad...”, indica también Antoni Mercant.

Onofre Martorell señala que esta crisis sanitaria nos ha hecho adelantar el uso de la digitalización cuatro o cinco años. Y, en este sentido, Apol·lònia Julià recuerda que el papel cero y la digitalización, que está mayoritariamente instalada en los despachos de los graduados sociales, contempla nuevos retos a nivel de guarda y custodia de documentación y la responsabilidad sobre ella.

Maria Frontera se pronuncia en el mismo sentido: “Si bien ya se había empezado a trabajar en esta línea creo que la pandemia va a impulsar un acelerón en estas materias”.

SOSTENIBILIDAD. Durante las primeras semanas de confinamiento, diferentes imágenes y vídeos de la naturaleza sin presencia humana recorrieron las redes sociales evocando una actividad económica más amable con el medio ambiente. El manifiesto ‘La vida al centre’, que firmaron más de 150 entidades de las Islas, reclamaba otra manera de vivir: “Son necesarias actuaciones urgentes de rescate social, reducir las desigualdades, detener las inercias destructivas, decrecer en el uso de recursos, atender la emergencia climática, cambiar los patrones actuales de producción, consumo y desplazamientos, y desmercantilizar la vida”. Pero, ¿es posible?

“No es que sea posible, es que es necesario”, indica Julià. “No hay otra opción”, menciona también Adrover. “Tiene que ser posible, no queda otra”, señala Corbera.

Pau Monserrat pone el foco en el precio a pagar: “Hay que avanzar en un modelo productivo más sabio, que no implique consumir más de lo que se necesite. Relacionar la felicidad con el consumo innecesario o excesivo es absurdo y nos lleva a la destrucción como especie. Cambiar es posible, pero no creo que como sociedad estemos preparados para los costes de transición que ello conllevaría. En todo caso, cualquier avance en la buena dirección será bienvenido”.

“Por supuesto que es posible, pero debo reconocer que es poco problable. Hoy no hay razón alguna para pensar que sucederá. Balears debe tomar decisiones estratégicas”, reflexiona también Riera.

Jordi Mora también es cauto: “Todo junto y a la hora no, por fases y por sectores. La transformación, más que por convicciones ideológicas, será por pura necesidad. Tendremos que aceptar cambios ya que la emergencia climática nos obligará a comprar y consumir de otra manera. Desde PIMEM tenemos una apuesta clara por el capitalismo inclusivo”, contempla.

Onofre Martorell también muestra sus dudas: “Otra manera de vivir es un concepto muy amplio. Sí que creo que es posible una concienciación cada ver mayor por la sostenibilidad aplicada en la vida cotidiana. Aún queda camino por recorrer”, significa.

“Debemos encontrar el equilibrio entre la economía y la sostenibilidad de nuestro planeta”, reza Mercant.

En cambio, desde la FEHM van más allá: “Sinceramente creo que el debate polarizado y con ciertos tintes utópicos en algunos aspectos no contribuye a superar la profunda crisis en la que estamos inmersos. Desde la FEHM apostamos por un diálogo entre todos que vaya más allá del discurso en contra. Aunque puedo coincidir con ciertos fines que persigue este manifiesto, no estoy en absoluto de acuerdo en que se sitúe a la actividad turística como el origen de todos los males que asolan Balears”.

Y Carmen Planas indica que es “posible, urgente y necesario” pero que no se pueden cerrar grifos sin antes abrir otros.

IMPUESTOS. Tampoco existe consenso entre las opiniones consultadas en la cuestión tributaria. La crisis que ha generado la pandemia ha hecho disparar el gasto sanitario y en prestaciones sociales, a la vez que ha reducido los ingresos tributarios. En consecuencia, las administraciones incurrirán en grandes déficits prespuestarios que harán aumentar la deuda pública. La Unión Europea, así como el gobierno estatal y el autonómico, proponen incrementar el gasto público para hacer frente a esta crisis y evitar la pérdida de tejido empresarial. En esta ocasión no se exige austeridad, aunque se espera que el gasto se destine a sectores y actividades que puedan servir de multiplicador y estimulen una nueva economía más verde y digitalizada.

En esta tesitura, el PSOE y Unidas Podemos han pactado esta semana una subida de diferentes impuestos que deberá debatirse en el Congreso y que implica, a grandes rasgos, subidas de impuestos a las rentas altas. Asimismo, los salarios públicos y las pensiones subirán el IPC.

Corbera se posiciona a favor de los impuestos verdes y en contra de los recortes en gasto social, medioambiental y de servicios básicos. Una posición similar a la de Adrover: “Será difícil escapar de los recortes, pero podemos hacer presupuestos más justos y verdes. Tenemos claro que el lujo y los millonarios deben pagar mucho más”.

“Los recortes y subidas de impuestos en ocasiones son necesarios. Todos debemos poner de nuestra parte para avanzar y que nadie se quede atrás”, manifiesta Apol·lònia Julià.
Onofre Martorell opina que no debe haber ni subidas de impuestos ni recortes en sanidad y educación.

“No es momento de subir impuestos sino de todo lo contrario. El sector público sí que debe repensarse y reducir costes inasumibles en un momento de penuria económica”, señala Monserrat en el mismo sentido, prácticamente como el presidente de PIMEM, quien plantea que a corto plazo sería contraproducente subir los impuestos a las empresas.

“Subir los impuestos es un error mayúsculo en este momento”, señala Planas, mientras Frontera aboga por “racionalizar el gasto eliminando de raíz todo aquello superfluo y prescindible”.

Mercant va más allá y pide un IVA turístico reducido y bonificaciones en el IRPF y la Seguridad Social para compensar la insularidad.

Y Riera considera que lo importante es para qué se utiliza la recaudación. “Hay que reorientar el crecimiento y eso requiere reasignar recursos, también los de carácter fiscal”.