En Eivissa, hoy en día, es más fácil toparse con una serpiente que con un rebaño de ovejas. Pero no siempre ha sido así. La progresiva terciarización de la economía ibicenca a lo largo del último medio siglo ha traído consigo el arrinconamiento del sector primario. Y más aún de la ganadería. Según el censo de 2020 facilitado por el Consell d’Eivissa, en la mayor de las Pitiüses existen 814 explotaciones ganaderas (tan solo dos menos que en 2019), siendo los municipios de Santa Eulària y Sant Antoni los que tienen un mayor número con 296 y 228, respectivamente. Mientras que la ganadería ovina es la predominante en Eivissa, con 4.859 cabezas repartidas en 309 explotaciones. Nada que ver con las alrededor de 20.000 ovejas que pastaban en la década de los años sesenta del pasado siglo. La falta de relevo generacional y una extensión cada vez menor de las parcelas, provoca que el cuidado de rebaños sea considerado casi como un acto heroico en Eivissa.

Una situación que se agravaría hasta casi la desaparición de todas estas explotaciones de no ser por la existencia del matadero insular, gestionado por los cinco ayuntamientos de la isla a través de una mancomunidad. Su presidente, Andreu Roig, explica que en 2020 se han sacrificado en esta instalación situada en el polígono de sa Blanca Dona 64.613 animales, lo que supone un incremento del 4,8% en relación al año anterior. De estos ejemplares sacrificados, más del 95% fueron aves de corral. “Los animales que aquí se sacrifican raramente van al turista sino que casi todo va a parar al consumidor local”, destaca Roig, quien añade que a la isla llega “mucha carne de fuera a precios tirados”, lo que dificulta mucho la labor de los ganaderos ibicencos y provoca que “muchos pequeños productores estén desapareciendo”.

El presidente de la Mancomunitat Escorxador Insular d’Eivissa atribuye este aumento en los datos finales del año 2020 a que desde mediados del mes de octubre se empezaron a sacrificar pollos dos días a la semana en una instalación donde se puede dar muerte a 450 aves cada hora. De hecho, el año pasado han pasado por el matadero insular 61.662 pollos, lo que supone un incremento del 5,4% (3.168 ejemplares más) en relación al año anterior. Y la última campaña de Navidad también ha influido mucho en la obtención de estas cifras positivas, ya que en diciembre del pasado año se sacrificaron 2.000 ejemplares de ave más que el año anterior, lo que implica un incremento del 38%. En cambio, el sacrificio de corderos, cabritos y cerdos ha sufrido un descenso del 1,8%, el 12,6% y el 14,3%, respectivamente, en relación a 2019. El año pasado también se dio muerte a 56 cabezas de ganado vacuno en este matadero, 29 más que el ejercicio anterior.

MEJORAS. Estas cifras podrían incrementarse notablemente si se lleva a cabo el proyecto de remodelación de las instalaciones del matadero cuya redacción todavía no está terminada pero que supondría la inclusión de una línea para el sacrificio de conejos. “Sanidad ya nos ha dado el visto bueno y ahora solo nos falta ir llamando a las diferentes puertas para encontrar financiación”. Y esas puertas para conseguir el millón de euros que, aproximadamente, costaría llevar a cabo este proyecto son el Consell d’Eivissa y la Unión Europea a través de los programas Leader de desarrollo rural. En la isla apenas hay censados 195 conejos que se crían en 78 granjas para autoconsumo y otras tres para su venta. “El futuro de la cría de conejos en Eivissa pasa por aquí, ya que sin matadero no es viable tener una granja”, apunta Andreu Roig.

CENSO. El censo de explotaciones ganaderas del Consell d’Eivissa muestra que en Eivissa hay más ejemplares de equinos (caballos, mulas y burros), con 914 repartidos en 233 explotaciones, que de ganado porcino (848 animales) para un total de 136 granjas de autoconsumo y apenas 39 dedicadas a la cría de cerdos para su venta. También forman parte de este censo del año 2020 cinco explotaciones de caracoles, 17 de gallinas que cuentan con más de 15.000 ejemplares y tres granjas que cuentan con once ejemplares de alpaca, un mamífero originario de Sudamérica del que se aprovecha la lana.