La de Jardín Mediterráneo es una historia de superación, esfuerzo y éxito que tanto abundan en empresas familiares como esta. Antonio Gómez salió de su Fuente Vaqueros natal con apenas trece años rumbo a Francia en busca de las oportunidades para progresar que no encontraba en tierras granadinas. Pero el país vecino, donde se dedicó a la producción de plantas para la exportación, no sería la última parada de este emigrante. Eivissa se cruzó en su camino en 1981. Hasta la isla pitiusa se marcharon algunos familiares cercanos y Antonio, tras quince años en el país galo, fue detrás. Allí, en 1990, puso en marcha su modesta empresa de jardinería.

“Mi padre trabajaba más que un tractor. Empezó siendo casero de una finca de italianos durante cinco años y después fue a parar a un jardín en Cala Llenya. Él siempre nos ha concienciado de que hay que dedicarle muchas horas pero que de ello dependen nuestras vidas”, explica Fabián, el hijo menor del fundador de Jardín Mediterráneo y quien, junto a su hermano Antonio, son los que ahora dirigen las riendas de esta empresa familiar: “Nuestro padre tiene ahora 67 años y está más apartado pero el jefe sigue siendo el jefe. Antes era el primero que llegaba y él último que se marchaba. Nosotros le hemos ayudado a crecer”. Fabián también tiene un recuerdo para su madre, Ángeles, quien también echó una mano en el recién estrenado ‘garden’ en 2001.

¿Y cómo se pasa de una empresa de jardinería a tener uno de los ‘gardens’ más grandes de la isla en apenas diez años? “Nuestros clientes nos preguntaban dónde teníamos el jardín para ir a comprar las plantas directamente y nos hartamos de enviarlos a los que hoy son nuestra competencia”, apunta Fabián, que lleva a cabo el seguimiento de las obras, el trabajo de oficina y de trato con el cliente, mientras que Antonio es el gerente del ‘garden’.

En las enormes instalaciones de Jardín Mediterráneo, situadas a menos de un kilómetro del núcleo urbano de Santa Eulària, se pueden encontrar todos los productos necesarios para el cuidado del jardín.

Desde maquinaria de jardinería como cortacéspedes o motocultores, pasando por equipos de seguridad como gafas, guantes o pantalones de corte así como material de riego. Sin olvidar un amplísimo surtido de plantas verdes, plantas de flor, árboles, frutales, plantas de interior y complementos y artículos de decoración para el hogar, muebles de terraza, cerramientos naturales o maceteros.

SERVICIOS. Pero si de algo puede presumir la familia Gómez es de poder ofrecer unos servicios integrales en todo lo relacionado con la jardinería gracias a una amplia y experimentada plantilla de trabajadores, que en temporada baja llega hasta la cuarentena de personas. Los profesionales de Jardín Mediterráneo son expertos en el diseño y mantenimiento de jardines, paisajismo, instalación de sistemas de riego, iluminación, limpieza de bosques o la construcción de estanques y lagos artificiales, entre otros servicios. “Nosotros nos ocupamos de todo lo que tenga que ver con el exterior de una vivienda. Si hay que levantar una pared de piedra, lo hacemos”, asegura Fabián Gómez.

Con esta gran oferta de servicios no es de extrañar que entre los clientes de Jardín Mediterráneo figuren numerosos hoteles familiares, cadenas hoteleras, restaurantes con jardín, comunidades de vecinos y, sobre todo, particulares de todas las zonas de la isla que han dejado en sus manos el diseño del exterior de sus casas o el mantenimiento de sus zonas ajardinadas. Unos trabajos que obligan a sus trabajadores a estar “a la última” en cuanto a materiales, variedades de plantas y técnicas de trabajo para no perder comba frente a su competencia.

“El de la jardinería es un mundo que ha cambiado mucho con el paso de los años. Antes, mis padres tenían que viajar hasta Asia para conseguir según qué tipo de planta y ahora en la Península ya las tienes prácticamente todas”, explica Fabián. En cuanto a las preferencias de ejemplares por parte de los consumidores para sus jardines, Fabián destaca las plantas aromáticas y autóctonas de la isla (lavanda, romero y tomillo) y los olivos, mientras que las palmeritas (kentias y arecas) y las orquídeas son las más vendidas para interiores.

La tecnología también hace tiempo que ha entrado en el mundo de la agricultura en general y en el de la jardinería en particular: “Ahora, con un teléfono móvil puedes controlar todo tu jardín”. Y en un lugar como Eivissa, con lluvias escasas y los acuíferos al límite, el control del riego de los jardines es fundamental y muy importante. “Nosotros aconsejamos lo que es mejor para la zona. Aunque ya se sabe que quien paga manda, si nos piden el típico jardín inglés les explicamos cuál es la situación en la que se encuentra la isla. No obstante, la gente cada vez está más concienciada”, apunta Fabián.

PANDEMIA. A pesar de que el 2020 estará marcado por la crisis económica derivada de la pandemia de coronavirus, Fabián Gómez lo califica como “un buen año” para su empresa. “Es verdad que hemos dejado de facturar mucho con el sector hotelero. Aquí ha habido casos de hoteles, como en es Canar, que abrían una mañana y por la tarde se veían obligados a cerrar. Mucha gente que hubiera invertido en viviendas de alquiler turístico, que tienen un gasto de mantenimiento elevado tampoco lo ha hecho pero para nosotros no ha sido un mal año. También hay que tener en cuenta que venimos de años buenísimos”, añade.

COMPETENCIA. El mundo de la jardinería y de la venta de plantas cada vez está más regulado. Mucho más después de la aparición de enfermedades como la Xylella fastidiosa que tanto está afectando a especies como el olivo o el almendro en la isla de Eivissa. “La normativa es muy cambiante y lo normal es que sean para restringir. Nosotros tenemos a una persona dedicada casi en exclusiva a estudiar estos temas”, destaca Fabián. Y la competencia desleal tampoco ayuda.

“A nosotros nos costó mucho montar nuestro negocio y ahora cualquiera tiene su terreno, que lo llena de plantas y no pasa nada porque los controles solo los sufrimos los que tenemos las instalaciones en regla”, se queja Fabián. Empresas como Jardín Mediterráneo están obligadas a comprar y vender plantas con su correspondiente pasaporte fitosanitario, mientras que muchos ‘piratas’ aprovechan para llenar sus furgonetas de ejemplares de plantas en la Península y desembarcan en Eivissa sin pasar ningún tipo de control al no estar dados de alta.

En cualquier caso, la familia Gómez seguirá apostando por la calidad de los materiales y de las plantas que pone a disposición del público. “El secreto están en echarle horas, arriesgar y traer buen material. También nos ha ayudado mucho el boca a boca, que la gente se vaya satisfecha, te recomienden y dar la cara ante el cliente las veces que hemos cometido un error y aprender de ello. También queremos agradecer a todos nuestros empleados que nos han ayudado a llegar hasta aquí”, destaca Fabián.

Una filosofía que tanto Fabián como Antonio esperan trasladar a sus hijos para que continúen con el negocio familia que inició su abuelo hace ahora tres décadas. “A mí me gustaría que mis hijos continuaran con la empresa después de que nosotros le hayamos dedicado tantos años, aunque si me dicen que quieren ser médicos no les voy a llevar la contraria”, sentencia Fabián.