El patrón del Es Vedrà, Vicent Torres Gomila, amarra su llaüt en el puerto de Vila tras faenar durante toda la mañana. | Daniel Espinosa

El medio centenar de embarcaciones profesionales que faenan en aguas de Eivissa capturó 249 toneladas de pescado el pasado año, lo que supone 6.700 kilos más y un incremento del 2,1 por ciento en relación con el año 2019 según las cifras facilitadas por las dos cofradías de la isla, la de Eivissa y la de Sant Antoni. Un incremento en la demanda que vivió su pico máximo durante las semanas de confinamiento total. “Los días que solo pudimos salir a la mar los pescadores profesionales hubo mucha demanda de pescado: todo lo que sacábamos lo vendíamos”, destaca Pere Valera, responsable comercial de la marca Peix Nostrum, sello bajo el cual se vende el producto extraído por los pescadores de las dos cofradías ibicencas.

No obstante, el mayor número de capturas no se ha traducido en más ingresos para los pescadores ya que su valor ha caído un 5,2%, pasando de los 2.390.975 euros facturados en 2019 a los 2.265.500 euros el año pasado. Unas cifras que, sin embargo, hay que analizarlas por cofradías ya que en la de Eivissa, que el año pasado contó con 35 embarcaciones tradicionales y tres barques de bou para 48 socios, las capturas de pescado ascendieron a 177 toneladas, un 9,2% más que el año anterior gracias a los 15.000 kilos capturados más en comparación con 2019. Unas cifras que contrastan con las registradas en la cofradía de Sant Antoni, donde el año pasado su veintena de socios faenaron en 15 llaüts y un barco de arrastre para conseguir un total de 72 toneladas, es decir, 10.300 kilos menos que en la temporada anterior para un descenso del 11,8%. Una caída que también se tradujo en una menor facturación.

La pandemia de coronavirus provocó que muchos establecimientos hoteleros y de restauración no abrieran sus puertas, lo que hizo que la demanda de ciertas especies también se resintiera. Este es el caso de la langosta roja, cuyas capturas por parte de los pescadores de la cofradía de Eivissa descendieron un 35 por ciento el año pasado en relación con 2019, pasando de 2.273 kilos con un valor de 134.000 euros a 1.474 kilos y una facturación de 86.100 euros. “Este año sigue habiendo mucha incertidumbre por lo que hay poca demanda”, apunta Varela. En Sant Antoni, la caída en la pesca de la langosta ha sido incluso mayor, del 45,2%, ya que se ha pasado de pescar 2.100 kilos en 2019 a 1.150 la pasada temporada. “Las capturas van en relación con la demanda: si hay que malvender las langostas no sale a cuenta pescarlas”, explica Joan Castelló. La pesca de este preciado crustáceo de la gastronomía pitiusa tiene lugar entre abril y agosto.

NOVEDAD. La especie que en los últimos tiempos ha vuelto a los mercados ibicencos es el atún, cuyas capturas se multiplicaron por cinco en 2020. Una sola embarcación, el ‘Alatxa’, pescó cinco toneladas y media de atunes el año pasado, mientras que las capturas de 2019 apenas superaron los mil kilos. El valor de los atunes capturados la temporada anterior alcanzó los 47.850 euros. Por el contrario, las gambas parecen haber desaparecido del mar pitiuso y sus capturas han sufrido un descenso importante. Un fenómeno que, según comenta Varela, ha sido generalizado en todo el Mediterráneo. “Nuestros biólogos nos dicen que estas cosas son cíclicas, que pasan cada cinco años. Ayer solo pescamos dos kilos que se venden a 60 euros. No sale a cuenta”, apunta. Además, Varela califica de “gran problema” la pesca furtiva. “Lo que pescamos las cofradías supone el 20% del consumo local. Dos inspectores no pueden vigilarlo todo”, afirma.