Todos los envases, los ingredientes y componentes de los productos que fabrica y comercializa Saigu Cosmètics son ecológicos o sostenibles y de origen nacional.

Una startup que no hable de tecnología sino que revolucione la industria cosmética a través de la sostenibilidad o la ecología tiene un punto innovador desde su arranque. Pero este es el principal objetivo de Saigu Cosmetics, una marca pionera nacida en 2019 con un trasfondo ético y medioambiental.

Sus creadores, Gerard Prats y David Hart, son dos jóvenes menorquines que compartieron piso durante su etapa universitaria pero que se reencontraron cinco años después para emprender juntos. Su tierno proyecto, que el año pasado logró facturar 350.000 euros con sus productos de maquillaje cuando no se podía salir de casa, acaba de cerrar una primera ronda de financiación con inversores para poder consolidar su negocio y expandirlo.

ORÍGENES. Gerard Prats estudió química e hizo un máster en dermofarmacia y cosmetología en la Universidad de Barcelona. Su especialización en creación de productos de belleza y cuidado para la piel le ayudó a encontrar trabajo en una fábrica de maquillajes de la ciudad condal donde empezó como responsable comercial y acabó como director técnico al cabo de cinco años. Pero nacer en una isla que es Reserva de la Biosfera y crecer en un entorno de proximidad donde el cuidado del medio ambiente está muy presente, deja una profunda huella.

Por eso Gerard sentía una gran frustración personal al comprobar cómo se estaban desarrollando los procesos de producción en la industria cosmética tradicional, utilizando todos aquellos materiales procedentes del petróleo, comprando plásticos para los envases que llegaban desde la otra punta del mundo... En definitiva, un modelo de negocio completamente opuesto a su manera de ser y de pensar.

Gerard Prats y David Hart (abajo) son los dos menorquines que han impulsado esta marca de cosmética natural que apela a un tipo de consumidor sensible con el medio ambiente.

Su inconformidad fue lo que le animó a intentar hacer las cosas de otra manera y pensar en una marca que estuviera hecha con ingredientes naturales, que no tuvieran que viajar tantos miles de kilómetros y que no fueran perjudiciales para el planeta. “Estaba convencido que se podían mejorar las cosas y que los nuevos consumidores lo valorarían sin importar tanto el precio como la calidad”, explica Gerard Prats.

Fue cuando llamó a su amigo David Hart para tomar una cerveza y hablarle de su idea. David es un emprendedor especializado en marketing on-line que, tras una etapa de seis meses de formación en California al licenciarse en Administración y Dirección de Empresas, regresó a Barcelona en 2016 donde fundó un diario digital dirigido a millenials llamado Código Nuevo. “Cuando Gerard me llamó tenía ganas de hacer un cambio y ya estaba meditando dejar mi proyecto anterior”, explica David Hart. Aquel encuentro fue providencial.

PRIMER PROTOTIPO. Tras los primeros estudios de prospección y siguiendo el modelo de trabajo de Lean Startup, los dos menorquines se volcaron en su idea de cosmética ecológica durante doce meses, con la ayuda de un socio industrial para poder hacer las pruebas. La cosmética natural había hecho un boom en los últimos años pero no había marcas en el mercado que solo hicieran maquillaje y además, había un gran desconocimiento del consumidor sobre las formulaciones que muchas veces se presentaban como sostenibles pero luego usaban, por ejemplo, aceite de palma.

“Nos costó mucho encontrar productos y proveedores cercanos para nuestro propósito porque el mundo se ha acostumbrado a producir en el continente asiático, pero al final lo logramos”, detalla Gerard Prat. El 14 de febrero de 2019 lanzaban a través de Instagram los cuatro primeros productos: una base de maquillaje fluida, una máscara de pestañas, un pintalabios mate y otro cremoso cuyos porcentajes de ingrediente natural se situaron entre un 99,4 y un 100 por cien.

Apostaron por aceites de oliva, de romero, por envases de vidrio e incluyeron la madera para los tapones. Lo hicieron con la marca Saigu Cosmetics, que reforzaba sus orígenes menorquines y al mismo tiempo mediterráneos, que tan bien encajaban con su filosofía de comercializar algo natural. Como marca nativa digital que eran, se apoyaron en estrategias de marketing como la creación de un podcast sobre sostenibilidad así como influencers para hablar sobre cosmética ecológica así como el apoyo en medios online especializados y las redes sociales.

El test funcionó muy bien y tras las primeras compras de amigos y familia, llegaron pedidos de toda España que les hizo llegar a agosto con 90.000 euros facturados. “Nosotros mismos nos sorprendimos del éxito inicial pero nos dimos cuenta que había una demanda latente de consumidoras sensibles a este tipo de cosmética, coherente con unos valores muy presentes en la sociedad”, añade Gerard. Toda la comercialización se hace online excepto la presencia en cinco tiendas físicas, una de ellas en Menorca.

ACELERADORA. Buscando financiación para su proyecto fue cuando se cruzaron con Lanzadera, la aceleradora de empresas que el empresario Juan Roig tiene en Valencia. De este modo, fueron escogidos para participar durante nueve meses en un programa de formación en el que tuvieron la posibilidad de reforzar sus conocimientos de gestión, marketing, finanzas o recursos humanos. “Lo mejor de Lanzadera es el networking que generas con todas las personas con las que coincides y que tienen las mismas ganas y los mismos problemas que tú”, explica David Hart.

“También te enseñan a preparar tu proyecto para poderlo presentar en rondas de financiación para futuros inversores y esto te ayuda mucho”, añade Hart. En paralelo la startup seguía produciendo en la fábrica de Barcelona de su socio industrial y los productos se mandaban posteriormente a Valencia para organizar desde allí los envíos a cliente final desde su almacén dentro del propio edificio de Lanzadera.

De los cinco productos iniciales pasaron a diez con coloretes, lápices de ojos, correctores o iluminadores. Pero entonces llegó la pandemia y los planes de crecimiento se frenaron en seco. Durante un mes decidieron paralizar la producción para proteger a todos sus empleados y reordenaron las prioridades de lanzamiento de novedades, pensando en apostar más por productos de tratamiento de la piel en vez de maquillaje.

FUTURO. Estos días acaban de cerrar con éxito su primera ronda de financiación ante inversores. Los planes de futuro de Saigu Cosmetics pasan por tres líneas de actuación. La primera será invertir en investigación y desarrollo para crear nuevos productos. En segundo lugar, incrementar la inversión en marketing, dando un salto cuantitativo y cualitativo a través de una mayor red de influencers, presencia en medios y redes sociales.

La tercera línea supondrá reforzar su estructura profesional que actualmente es de ocho personas con la incorporación de una directora de comunicación o un director de marketing. La idea es superar el millón de euros de facturación.