Hace algo más de un año, el INE presentó sus datos sobre la evolución del PIB regional español. Uno de los datos que más sorprendió fue el sorpasso de la comunidad de Madrid a la de Catalunya, certificando una tendencia. Madrid ha sabido diversificarse para pasar de ser un centro de servicios administrativos a ser una región sede de grandes empresas globales de servicios avanzados (ingeniería, consultoría, finanzas, etc.), una capital cultural y un destino del turismo de negocios. En definitiva, Madrid parece haber conseguido diversificar su economía creciendo y mejorando el bienestar de sus ciudadanos.

Existen numerosos elementos que parecen estar detrás de esta trayectoria. La calidad de su oferta educativa (especialmente en estudios superiores) ha generado una sociedad del conocimiento que junto a la calidad de vida y unas buenas infraestructuras de transportes han ejercido una fuerte atracción sobre grandes empresas de servicios avanzados.

Tampoco es inmune a esta receta unas políticas fiscales atractivas y una apuesta por atraer talento y actividades de alto valor añadido. Pese a lo que podamos pensar detrás del auge de Madrid está más lo privado que lo público.

Durante estos meses de pandemia la necesidad de diversificar nuestra economía se ha convertido en un clamor y quizás nos deberíamos plantear qué modelo seguir, el de Catalunya o el de Madrid. Las Balears tienen el problema geográfico de la insularidad, que dificultó en su momento la supervivencia de la industria, pero poseen buenas infraestructuras de transporte, un ambiente multicultural y una calidad de vida envidiable, una imagen de marca y un espíritu empresarial admirable. Pero si queremos imitar a Madrid debemos apostar por una sociedad del conocimiento, por la innovación, por el emprendimiento y por una política de atracción de empresas y talento.

En junio de 2020 la Unión Europea aprobó la creación del Next Generation UE (NGUE), un instrumento financiero para ayudar a la recuperación de los efectos ocasionados por la COVID. Se dotó al NGUE con 750.000 millones de euros de los cuales el denominado Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) concentraba 672.500 millones (312.500 millones en subvenciones no reembolsables y 360.000 millones en préstamos).
A España, como sabemos, se le asignaron un total de 72.500 millones de euros de transferencias no retornables. España presentó su plan con los proyectos y reformas a implementar bajo el título “España Puede” aunque habitualmente se utiliza su nombre técnico: Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia (PRTR). Sus 4 ejes de actuación son: la transición digital, la transición ecológica, la cohesión social y territorial y la igualdad de género. Los dos primeros ejes pueden ser fundamentales para Balears, ya que bien gestionados podrían paliar algunas de las carencias que presenta nuestra economía: la baja formación de nuestro capital humano y nuestra dependencia del turismo.

La digitalización puede cambiar la especialidad productiva de un país o de una región. Hoy en día, la pandemia nos ha hecho ver que los consumidores están cada vez más conectados, cambian rápidamente de gustos y tienen mayor conciencia medioambiental. El producto de kilómetro cero y la inmediatez del servicio junto a la creciente automatización (robotización) está provocado el retorno de la industria (reshoring) y la deslocalización de servicios hacia países más avanzados. Balears puede jugar sus cartas. Si España puede, Balears también pero se necesita un plan y políticos valientes.