Ni alegría ni decepción. La cumbre de Glasgow ha conseguido su objetivo: ganar tiempo. Los inminentes problemas deberán ser resueltos por las siguientes generaciones. El más ambicioso de los planes, el «fondo verde» para el clima, por el que los países desarrollados subvencionarían con 100.000 millones de dólares anualmente a los del del llamado sur climático, que tenía que haber sido puesto en marcha en 2020, se ha retrasado a 2025. Los países firman numerosas declaraciones de intenciones, pero evitan firmar las que les pueden perjudicar.

Como nota positiva se señala que, por primera vez, se hace mención explícita a suprimir las subvenciones a los combustibles fósiles.

En el campo del turismo se aprobó la «Declaración de Glasgow para la acción climática en el turismo», que estuvo liderada por importantes organizaciones como la Organización Mundial del Turismo (OMT), el PNUMA -programa de Naciones Unidas para el medio ambiente- y el WTTC -Word Tourism and Travel Council-.

La declaración, que de momento solo ha sido firmada por algo más de 300 entidades -el proceso de adhesión sigue abierto-anima a los actores a tomar las medidas pertinentes para que las emisiones se reduzcan a la mitad en 2030 y totalmente en 2050. Los signatarios se comprometen descarbonizar, regenerar y medir para lograr el objetivo.
Para ello es necesario un cambio cultural en el sector. Como resume el director general de Medio Ambiente de la UE: «Hay que superar la mentalidad de crecimiento tradicional para tener un ecosistema más responsable y sostenido y climáticamente neutro con métricas para el control de la sostenibilidad».

El sector turístico mundial ha entendido que es uno de los más afectados por el cambio climático.

En el área de transporte, 21 países, entre ellos España, firmaron el «International Aviation Climate Ambition Coalition», que será dirigida por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI), que tiene los mismos objetivos . Entre las recomendaciones figura el uso de combustible de aviación sostenible y la utilización de nuevas tecnologías para la fabricación de aviones más eficientes.

Tendrán que aplicarse a ello porque al tiempo los firmantes reconocen que el volumen mundial de pasajeros crecerá significativamente en los próximos treinta años.
Señalan que el turismo genera un 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, dos terceras partes causadas por el transporte. No parece mucho, pero este es uno de los sectores donde las emisiones de CO2 crecen más rápidamente.

La UE ya tiene en marcha programas con objetivos claros para las fechas señaladas de 2030 y 2050, adoptados por España. La mejora de la sostenibilidad en general será una de las áreas que contará con mayor financiación de los fondos Next Generation. Parece que, si hay dinero, las empresas y los destinos se toman el asunto en serio. Y efectivamente es serio.