Estos días he asistido al XXXIII Congreso Cooperativo Mundial que se ha celebrado en Seúl entre los días 1 y 3 de diciembre. Junto al otro vicepresidente de COCETA, Emilio Sampedro, hemos representado a más de 17.300 cooperativas de trabajo en la capital de Corea del Sur, dejando clara la fortaleza española del cooperativismo y aprendiendo de las experiencias de otros países.

El congreso fue inaugurado por el presidente de la República de Corea Moon Jae-in y el ministro de Economía Hong Nam-ki, de quien dependen las cooperativas de su país. Entre los principales ponentes participaron el director general de la OIT, Guy Ryder; el relator especial de la ONU para la Extrema Pobreza y los Derechos Humanos, Olivier de Schutter; la directora general de Economía Social del Gobierno de España, Maravillas Espín, y la diputada y consejera de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco, Idoia Mendia.

Un encuentro que llevaba por lema «Profundicemos en nuestra identidad cooperativa» y en el que más de mil participantes en forma presencial de unos 85 países, y otros tantos en línea, colaboraron con un gran compromiso analizando un proceso de reevaluación y readaptación de esa identidad para afrontar los desafíos que el mundo tiene y que el cooperativismo, desde su lugar, está haciendo lo posible por abordar.

Aprovechando el escenario y como muestra del protagonismo de COCETA tuvo lugar la firma de un relevante acuerdo con la Cámara de Comercio de España. Con este convenio se refuerza la línea de cooperación y de colaboración en programas de interés común en las áreas de formación, internacionalización y digitalización.

Como vicepresidenta de COCETA planteé en una ponencia cómo las empresas cooperativas son generadoras de entornos laborales pacíficos e igualitarios, algo que repercute positivamente en la comunidad donde desarrollan su trabajo, y expuse la relevancia de esos entornos alejados de todo tipo de violencias, incluida la sexista, dando argumentos contrastados de la contribución del mundo cooperativo a la paz.

Precisamente, el congreso incidió en la oportunidad que plantea la reconstrucción del mundo pospandemia, económica, social y medioambiental. Una reconstrucción en la que las cooperativas, fuertes y resilientes como se han mostrado en este tiempo, pueden ser fundamentales para que el futuro sea mejor.

Como manifestó Ariel Guarco, presidente de la ACI: «Tenemos que estar orgullosos de nuestro modelo y de nuestra identidad. Nuevamente hemos demostrado que es posible construir empresas a partir de los valores de la solidaridad y la democracia, y que eso nos hace más eficaces para cuidar a las personas, para cuidar a nuestros asociados y a nuestra comunidad».