Se ha hablado muchas veces en esta sección de la clave para ganar en bolsa a largo plazo: diversificar en activos de calidad.

Esta diversificación no solo es geográfica, que ya es importante por ciclos económicos y divisas, sino que también debe ser sectorial.

En momentos como el actual, de incertidumbre (invasión de Rusia o nuevos confinamientos en China) y de cambios estructurales en la economía (inflación o subidas de tipos de interés) hay que ser más selectivos que nunca.

Hay dos sectores que, sobre el papel, deben verse beneficiados: la salud y las energías limpias.
El motivo para valorar al sector salud como atractivo no es, ni mucho menos, las necesidades que puedan llegar desde Ucrania por el drama humanitario que viven (por supuesto, por cuestiones de responsabilidad social no se analizará el armamentístico), sino que va mucho más allá.

Se trata de una tipología de empresas a las que la COVID les ha perjudicado. Durante la pandemia no se ha visibilizado nada más que vacunas o antivíricos de este coronavirus, dejando de lado el resto de actividad: el cáncer, diabetes, bacterias y otros virus no han desaparecido y necesitan inversión para tratamientos, investigación, prevención y equipamiento. Si a eso le añadimos que se trata de un sector defensivo que se ha comportado mejor que el mercado en épocas convulsas ya ofrece dos ventajas: recuperación del hueco versus otros sectores y protección ante incertidumbre.

Otro sector con potencial es el de energías limpias, mucho más volátil que el de la salud, per que presenta valor.

Ya era importante la visión de los consumidores y los inversores hacia una transición energética, pero más leve de los gobernantes. Con la invasión a Ucrania ya no les queda otro remedio: no se puede mirar para otro lado. La búsqueda de energías alternativas a las fósiles es necesaria ecológica y económicamente para no depender de las fluctuaciones de las materias primas energéticas que, en ocasiones como sucede en la actualidad, se dan por decisiones personalísticas. La coinversión público-privada será clave en los próximos años y ya hay países con apuestas muy firmes como EEUU o Reino Unido y, más recientemente (desde el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania), Alemania.
Otros dos sectores que pueden ser protagonistas son el bancario y el tecnológico, aunque ambos tienen luces y sombras. Empezando por las empresas tecnológicas van a vivir una época de inflación y de tipos de interés al alza que les puede afectar en cuanto a valoraciones y costes de deuda. Tal vez no toda la tecnología subirá indiscriminadamente (como ha pasado con anterioridad) pero buscar las compañías menos endeudadas, con más rentabilidad y con más capacidad de fijación de precios puede dar alegrías tras estas caídas.

Por último, la banca tiene la buena noticia de la subida de los tipos de interés que las hará más rentables, pero los ritmos pueden ser muy distintos entre Estados Unidos y Europa, puesto que mientras al otro lado del Atlántico ya han empezado, en la zona euro se están poniendo en entredicho por el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Estos distintos ritmos ya lo ha descontado el mercado y las valoraciones de la banca americana ya han integrado estas subidas.