Menorca se ha convertido en el destino de moda este año con una gran afluencia. El turismo internacional ha aportado un gasto récord en la Isla para pasar sus vacaciones. | Gemma Andreu

No solo el termómetro ha batido récords este verano. Menorca ha vivido este año una temporada turística de recuperación definitiva de la actividad tras la afectación de la pandemia, que ha traído consigo cifras récord en gasto turístico, reservas y llegadas de pasajeros al aeropuerto pero también de pleno empleo. El regreso del turismo extranjero ha sido clave para contribuir a este resultado con unos datos que han trasladado un ratio de ocupación de la planta hotelera y de los apartamentos turísticos cercana o superior a 2019 en muchos casos, superando incluso a los registros de Mallorca, Eivissa y Formentera. Una temporada de siete meses que desde la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome) calificaban positivamente ya que empezó a mediados de abril, a principios de mayo ya estaban casi todos los establecimientos operativos y en octubre, ha conseguido mantenerse por encima del 70 por ciento abierto. Menorca ha estado más presente que nunca como destino vacacional y ello ha beneficiado a la isla a esta recuperación pero sin embargo, la coyuntura económica provocada por el alza de los precios de la energía o de los productos básicos de alimentación ha lastrado rentabilidad a los negocios. Un hándicap al que se ha sumado una falta de personal evidente que también ha disparado los costes y complicado la gestión. En la otra cara de la moneda está la sensación de saturación o de estar llegando a un límite que nadie se atreve a poner, con el deber de tener que afrontar la situación.

AEROPUERTO. El aeropuerto de Menorca ha sido uno de los protagonistas este verano ya que creció en número de pasajeros durante los meses estivales, lo que añadió otro dato al buen comportamiento de la temporada 2022, contribuyendo a una mejora de la conectividad. El mes de julio cerró con 709.603 pasajeros, un 11,1 por ciento más que en el mismo periodo de 2019. Agosto, ya de por si el mes por excelencia de las vacaciones subió hasta los 723.930 viajeros, un 5 por ciento más que en 2019, llegando a situarlo en el décimo aeropuerto español con más tráfico en ese mes. Finalmente septiembre también contribuyó a este crecimiento con casi un 13 por ciento más de volumen, registrando 555.760 pasajeros. Tanto el turismo nacional como el internacional crecieron durante los tres meses, llegando a un 26 por ciento más de nacional en julio respecto 2019 y constatando que el mercado francés sigue al alza con porcentajes de crecimiento del el 92 por ciento en julio o el 84,6 por ciento en agosto pero especialmente en septiembre, alcanzando los 23.395 viajeros galos. También crecieron especialmente las llegadas con vuelos privados al aeródromo menorquín cuyo tráfico se elevó un 64 por ciento respecto 2019 y un 11,16 respecto el año pasado. En total se registraron 1.085 operaciones entre despegues y aterrizajes solo entre julio y agosto.

TURISTAS. Sin cifras definitivas del total de visitantes que ha recibido Menorca de junio a octubre, esta temporada ha sido de números récord. Ya dio muestra de ello con 342.000 visitantes en julio. El turismo internacional ha contribuido con su regreso a Menorca a un resultado positivo del balance de temporada en el que el turismo británico seguirá siendo el primer mercado de Menorca aunque el Brexit esté provocando una caída paulatina como lo demuestran los datos de la encuesta de Frontur. Durante el mes de julio llegaron casi 10.000 británicos menos respecto a 2019, un once por ciento menos. El mercado francés ha seguido creciendo y el mercado alemán ha seguido estancado.

GASTO TURÍSTICO. El gasto turístico también ha subido esta temporada en Menorca con un aumento de la cifra de negocio que deja unos registros para enmarcar. Durante el mes de julio, los turistas desembolsaron 361 millones de euros para pasar sus vacaciones, lo que representa un 46,2 por ciento más en relación al año pasado pero incluso superior a 2019, un año precovid. Son datos de la encuesta Egatur publicada por el Institut d’Estadística de Balears (Ibestat) que también revelan que los ingresos han venido especialmente del turismo internacional que ha gastado casi el doble que hace un año mientras que el turismo nacional ha sido más moderado. El mes de agosto todavía fue más espectacular, con dígitos nunca vistos que alcanzaron los 377,62 millones de euros, lo que suponen 106,4 millones más que en agosto de 2021 y 20,46 más que en 2019. El comportamiento del gasto global del turismo nacional fue inferior tanto en julio como en agosto.

GESTIÓN COMPLEJA. Pero si en conjunto se ha producido un incremento de las cifras de gasto turístico, de llegadas de visitantes y de ocupación, no ha ocurrido lo mismo en cuanto a la rentabilidad. Desde la Federación de la Pequeña y Mediana Empresa manifestaban que el incremento de facturación de las empresas no se había traducido en una mayor rentabilidad porque las empresas habían seguido sufriendo los elevados incrementos de costes como la energía o de productos, además de añadir el problema para cubrir plantillas que también provocó un incremento de costes fijos. La misma sensación que manifestaba en estas mismas páginas hace unos días el presidente de la Asociación de Restauradores de CAEB, José Bosch. Esta situación había complicado la gestión del día a día con la incertidumbre de saber si finalmente todo el esfuerzo daría sus resultados.

SATURACIÓN. La sensación de saturación también ha vuelto a darse este año en Menorca con un aumento del tráfico en las carreteras de la isla, falta de taxis o colapso en los accesos a las playas que ha vuelto a encender el debate entre la sociedad menorquina sobre el fenómeno de la masificación en el que incluso se ha llegado a plantear por parte de algunas fuerzas políticas el hecho de reorientar o frenar el tipo de promoción que se hace desde la Isla. En este sentido, la entidad ecologista GOB Menorca ha sido uno de los primeros actores en denunciar la masificación con la puesta en marcha de una campaña que habla de insostenibilidad en número de turistas, vehículos, embarcaciones o generación de residuos, entre muchos otros elementos. Una masificación que para la entidad se puede controlar a través de la capacidad de alojamiento pero que está fuera de control por el uso indiscriminado de viviendas que antes eran residenciales y ahora se alquilan a turistas.