El mes de septiembre ha sido prácticamente igual en afluencia de turistas que el de hace tres años. En la imagen, la playa de Cala Saona a mediados de septiembre.

Formentera ha vivido un verano «atípico», tal y como reconocen desde el área de Promoción y Ordenación Turística del Consell. En estos dos últimos años de coronavirus, Formentera se ganó la confianza de los visitantes en la gestión de la pandemia, pues cabe recordar que fue el primer destino en poder abrir puertas al turismo en el año 2020 y se recuperó rápidamente el año pasado. «Finalizado el covid y aún sin iniciar la guerra de Ucrania, las expectativas para este 2022 eran superiores a los resultados obtenidos», reconocen. Pese a ello, afirman que la valoración que hacen de esta temporada es «positiva», pero se debe analizar desde diferentes puntos de vista y teniendo en cuenta que venimos de tiempos covid. «A ello se suma las dificultades económicas de este año y el aumento de costes de todo lo que nos rodea, sobre todo atendiendo a la triple insularidad», según explican desde el Consell de Formentera.

En este sentido, destacan que la guerra de Ucrania y sus consecuencias económicas «ha causado la subida de precios de todas las materias primas, lo que ha supuesto como consecuencia directa un encarecimiento de los viajes, las pernoctaciones y de todas las actividades de oferta complementaria». Esto ha propiciado dos factores que se deben tener en cuenta, como son la reducción del margen de beneficio para las empresas ya que «en muchas ocasiones no se han podido subir los precios todo lo que han aumentado los costes». También destacan que para la población trabajadora ha sido un «verano difícil» y auguran que seguramente «también lo sea el invierno» por las subidas de precios, que afectan directamente en el día a día de los suministros más básicos. «Lo que no han subido son los meses de trabajo ni los salarios, motivos por los cuales es más importante que nunca hacer un esfuerzo en la desestacionalización», destacan.

A diferencia de los dos últimos años en los que prácticamente no hubo turismo internacional, esta temporada se han recuperado e incluso aumentado las visitas de italianos, alemanes, franceses y holandeses, entre otros.

ESTACIONALIDAD. A la vista de los datos de ocupación hotelera de la Federación Hotelera Pitiusa, los meses extremos de temporada han funcionado peor este año que en 2019. En este sentido, en mayo del presente ejercicio se alcanzó un 43,27% de ocupación hotelera frente al 48%, mientras que en junio se logró en 2019 un 79,91% frente al 77,43% alcanzado este año. Septiembre, por contra, ha sido prácticamente igual con un 83,61% de ocupación en 2019 y un 82,57% alcanzado el mes pasado. A diferencia del último año precovid, este año ha aumentado la ocupación en los meses centrales de temporada. Así, se pasó del 83,79% de julio de 2019 al 85,88% de este año, mientras que en agosto de hace tres años se logró un 90,85% de ocupación frente al casi 93% alcanzado en la presente temporada.

«La temporada se sigue apuntalando en julio y agosto, donde crecemos en número, pero caemos el resto de meses. La lucha por alargar la temporada está fallando», reconoce Juan Manuel Costa, presidente de los hoteleros, quien afirma que debe haber un análisis profundo entre administración y empresarios turísticos. En este sentido, apuesta por elaborar una «hoja de ruta consensuada» que marque «hacia dónde dirigir nuestros pasos, conservando las singularidades de nuestra isla, que son las que nos diferencian del resto de los destinos». Desde Promoción Turística del Consell de Formentera afirman que la isla «siempre ha tenido muy claro» que su principal atracción se basa en los paisajes, el patrimonio, la cultura, naturaleza y el ambiente familiar. «Estas son las características por las que nos visitan y, a su vez, son el motor que mueve nuestra economía», afirman. En este punto es preciso incidir en que apuestan por encontrar el equilibrio social y medioambiental para conseguir aumentar el bienestar de la ciudadanía.