Tras la crisis financiera que tanto castigó a la banca, llegaron muchos años de tipos de interés negativo, sin márgenes de intereses y viviendo, así lo recogían sus resultados, de incrementos de comisiones y de ventas cruzadas. Por supuesto, esto se vio reflejado en las cotizaciones de las entidades financieras, penalizadas por el mercado, en algunos casos de forma muy exagerada.
Tras esta época de sufrimiento, la tendencia se giró y el comportamiento de los últimos meses era bueno: las subidas de tipos de interés que tanto perjudica a las empresas y familias endeudadas, beneficia a las endeudadoras.

Pues bien, esta buena racha se ha visto truncada, al menos momentáneamente, por el terremoto originado por Silicon Valley Bank (SVB) y por Credit Suisse. El primero se liquidó por un problema de «fuga de depósitos»: sus clientes, en su mayoría empresas tecnológicas con mucha caja fruto, precisamente, de los tipos de interés negativos y de los buenos resultados post-COVID. El cambio en las políticas monetarias, y reducción de ventas les llevaron a rescatar dinero de su entidad. Como cualquier otro banco, SVB no tenía liquidez para hacer frente a los reembolsos y tuvo que liquidar su cartera de bonos que, por la subida de tipos, se habían depreciado muchísimo. Esta caída de valor no la tenían contabilizada y afloró con las ventas de estas posiciones, algo que despertó temor retroalimentando las solicitudes de reembolsos.

El caso de Credit Suisse no tiene nada que ver: era una entidad con problemas desde hace años, mala gestión, mala operativa, cierta opacidad que tarde o temprano debía tener un final no deseado. Coincidiendo con la liquidación de SVB, pero no por un contagio de la misma, su principal propietario (el gobierno de Arabia Saudí) dejó de inyectar liquidez. El resultado, una venta ordenada por el propio gobierno suizo y por el Banco Nacional de Suiza a su competidora UBS.

¿Hay riesgo de contagio a la banca de la Zona Euro? Parece muy complicado, estos dos casos no tienen nada que ver entre ellos y las características de ambos son muy diferentes a la de las entidades de la Zona Euro: desde la contabilización real de la cartera de bonos, a controles de solvencia muy rígidos, pasando por la existencia de una línea de liquidez inmediata por parte del BCE.

Pareciendo que la solvencia de la banca europea y española no está en entredicho hay que girar la cabeza hacia sus perspectivas bursátiles. La hasta ahora tan beneficiosa subida de tipos parece que ahora se está girando en su contra por el perjuicio que les está causando en su cartera de bonos. Sin embargo hay que insistir que éstas están ya contabilizadas (al contrario que pasó en SVB). Además, parece que el mercado ya descuenta un freno en las subidas de tipos: el impacto dañino a familias y empresas puede alcanzar a la banca, y eso parecen palabras mayores. La primera reacción ha sido de fuertes caídas de la banca que ya está empezando a recuperarse: si las valoraciones eran buenas hace 10 días, ahora son mejores, claro está, siempre que confiemos que el problema de SVB y Credit Suisse no es contagioso.