En mi último viaje a Puerto Rico, tuve el inmenso privilegio de visitar de una manera fortuita, a las Siervas de María en el Viejo San Juan. Había oído sobre unas monjitas que ondeaban la bandera española cada vez que entraba un buque español en el puerto de San Juan, pero nunca imaginé la aventura tan bonita y gratificante que íbamos a vivir. Paseábamos mi hija y yo desde el Castillo de San Cristóbal hacia el Castillo de San Felipe del Morro, entre calles coloniales, con sus balcones, sus colores, y llegamos a la calle Fortaleza, donde está la Casa del Gobernador. Un amable policía, al ver que éramos españolas, nos recomendó acercarnos al Convento fundado por monjas españolas.
Y así, descubrimos un hermoso edificio colonial con una placa que conmemoraba la estancia de Fray Junípero Serra, nuestro notable mallorquín universal, y por cierto, muy poco reconocido a nivel mundial, el cual estuvo en aquella casa viviendo desde el 18 de octubre al 2 de noviembre de 1749 en su viaje desde Petra a México para acabar en California (entonces española), donde fundó 21 misiones de las que más tarde darían lugar las ciudades de San Francisco, Los Ángeles, San Diego… ¡Qué emoción! Dos mallorquinas en el mismo lugar por donde pasó Fray Junípero. Tocamos el timbre del convento, sin respuesta. Íbamos a marcharnos cuando una monjita de nombre Sor Gloria, nos llamó.
Al saber que éramos de Mallorca, como Fray Junípero, nos abrió las puertas y nos invitó a conocerlo.
Nos contó con todo tipo de detalles, cómo la expedición española llegó a Puerto Rico en 1493 tras una tormenta, y cómo en 1524 se fundó el Hospital de la Concepción, hoy sede del convento, que el año pasado cumplió 500 años. Las Siervas de María se fundaron en Madrid en 1851 para cuidar enfermos, y en 1887 un grupo de monjas voluntarias viajaron a San Juan, donde siguen hoy atendiendo a personas mayores que se recuperan de cirugías.
Recorrimos cada rincón, nosotras estábamos encantadas y le contábamos sobre España, sobre Mallorca y ella no paraba de contarnos historias, la Historia. Hasta que nos invitó a la terraza. Desde ahí, contemplamos una vista espectacular de la bahía, la Puerta de San Juan y el Paseo de La Princesa al atardecer. Y fue allí donde nos reveló la historia que había oído sobre la bandera: ellas eran quienes izan la bandera española cada vez que llega un buque español al puerto desde hace más de 120 años… las avisan un mes antes, y ellas se preparan para el acontecimiento.
Sor Gloria nos comentó que últimamente vienen pocos, uno o dos al año, de hecho, estaban esperando a Juan Sebastián Elcano. Sin embargo, este año, no atracará en Puerto Rico, pese a la ilusión de las hermanas, ya que la Princesa de Asturias viaja a bordo. No obstante, nos llevó a una estancia donde guardan con mucho cariño fotos, regalos y demás recuerdos de anteriores visitas del Capitán y la tripulación que las visitan cada vez que van. Terminamos en la capilla, dando gracias. Fue un atardecer inolvidable, lleno de historia, ternura y una energía difícil de describir muy gratificante. Todo gracias a una puerta abierta por Fray Junípero… y Sor Gloria, una simpatiquísima boricua Sierva de María, que nos llenó de ternura que nos regaló una historia que jamás olvidaremos.