Tras el golpe de Estado que derrocó el jueves al presidente de Níger, Mamadou Tandja, y que ha llevado a la suspensión de la Constitución y a la disolución de todas las instituciones políticas del país, la capital, Niamey, donde las patrullas militares son escasas, los comercios, bancos y escuelas han abierto. Además, los golpistas han levantado el toque de queda y han reabierto las fronteras, aunque mantienen retenidos al presidente y a sus ministros. Ante la situación creada, el Consejo de la Unión Africana (UA) suspendió ayer a Níger de todas sus actividades en la organización. Por su parte la UE se limitó a condenar el golpe militar.
El coronel Goukoye Abdul Karimou, portavoz de la junta militar que se hace llamar Consejo Supremo para la Restauración de la Democracia (CSRD), dijo en la televisión estatal: «Nosotros, las fuerzas de seguridad y de defensa, hemos decidido asumir la responsabilidad y poner fin a esta tensa situación política de la que ya erais conscientes».
El golpe de Estado se produjo en medio del fuerte descontento político que vive el país desde el referéndum constitucional del pasado 4 de agosto, que había permitido la prolongación del mandato presidencial de Tandja a pesar de la oposición del Tribunal Constitucional. No obstante los militares estaban disgustados con el presidente por haber «comprado la paz» en el norte con un acuerdo que que, a su juicio, era demasiado beneficioso para los rebeldes tuareg.