La inminente llegada al depósito atómico de Gorleben (norte de Alemania) del convoy cargado de basura altamente radiactiva desató ayer los bloqueos de las vías y los enfrentamientos violentos entre policías y activistas antinucleares. Los choques han dejado un número indeterminado de agentes y manifestantes heridos en las localidades de Dannenberg y Harligen, próximas a Gorleben, y al menos un vehículo policial calcinado, según varios medios locales.

Los efectivos policiales emplearon cañones de agua, porras y gases lacrimógenos para contener a los activistas, que lanzaron a su vez piedras, bengalas y cócteles molotov. Los antinucleares buscan a toda costa retrasar el transporte de los residuos, encadenándose a las vías, descolgándose de puentes o desenterrando los raíles, con el objetivo de denunciar los riesgos de la energía nuclear.

Los organizadores estimaron que este fin de semana han congregado en Dannenberg, la localidad más próxima a Gorleben, a unos 50.000 manifestantes, entre los que destacaron cantantes, actores y líderes políticos de la oposición alemana. Esta concentración, mayoritariamente de carácter pacífico, se ha convertido en la mayor protesta antinuclear de las últimas tres décadas. Por su parte, las fuerzas de seguridad han movilizado a al menos 16.500 efectivos para escoltar el tren.