La quinta cumbre de líderes del G20 arrancó ayer en Seúl en medio de profundas diferencias sobre cómo afrontar la 'guerra de divisas', un conflicto que amenaza con quebrar la unidad que ha mostrado el grupo en los dos últimos años. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 20 países desarrollados y emergentes más representativos del planeta, así como los líderes de las principales instituciones multilaterales y de países invitados, como España, iniciaron el encuentro con una cena de trabajo, en la que el asunto de las divisas se situó como plato principal.

En los dos últimos días, los viceministros de Finanzas y los negociadores de cada país han mantenido reuniones maratonianas para tratar de lograr un consenso sobre qué pasos seguir en esta materia, de manera que quede sellado en el compromiso final que mañana, viernes, firmarán los mandatarios.

Incapaces

Pero de momento el acuerdo se ha mostrado esquivo. El portavoz de la cumbre Kim Yoon-kyung, reconoció ayer ante la prensa que los negociadores no «han sido capaces ni de ponerse de acuerdo sobre a qué hora retomar las conversaciones». Ayer, las discusiones fueron tan acaloradas, con gritos incluidos, que tuvo «que dejar la puerta de la sala abierta» para que se enfriara el ambiente.

El conflicto es importante, porque los compromisos que adopten sobre cómo manejar las divisas pueden llegar a cambiar completamente la política económica de un país. Estados Unidos acusa a China de frenar voluntariamente la cotización del yuan para hacer sus exportaciones más atractivas. Sin embargo, Hu Jintao reiteró ayer a su colega estadounidense Barack Obama su compromiso con una fluctuación más libre del yuan, que EEUU considera que cotiza por debajo de su valor real. Obama indicó ayer a Hu que «tenemos la obligación» de buscar el crecimiento sostenido.

Críticas

China y otros países con superávit comercial, como Alemania, por poca de su canciller Angela Merkel, criticaron a EEUU por inundar de dólares la economía mundial, después del anuncio de la Reserva Federal estadounidense de una expansión monetaria de 600.000 millones de dólares. Otros países emergentes, como Brasil, se encuentran en medio de la pelea.

Por un lado consideran que China les está obligando a devaluar para no perder competitividad. Por otro, acusan a las naciones desarrolladas como EEUU por sus bajos tipos de interés, que hace que los flujos de capital se refugien en naciones que ofrecen rendimientos mayores, como los emergentes, con el consiguiente peligro de que se creen burbujas especulativas y se dispare la cotización de sus monedas.

Las acusaciones cruzadas entre los países se han intensificado en los últimos días, lo que hace todavía más difícil que se pueda llegar a un acuerdo. Rusia indicó que la situación es delicada y puede provocar la ruptura del G20.