El primer ministro, flanqueado por el líder de la Cámara de los Comunes y el ministro de Hacienda. | REUTERS TV

El nuevo acuerdo europeo para reforzar la disciplina fiscal y atajar la crisis, en el que están dispuestos a participar todos los socios de la UE menos el Reino Unido, plantea de momento más preguntas que respuestas y no ha logrado calmar a los mercados, que de nuevo registraron ayer una tendencia bajista.

La Comisión Europea (CE) se esfuerza por convencer de la viabilidad y contundencia de las medidas, si bien no ha tenido más remedio que admitir que nada se sabe aún del desarrollo concreto del acuerdo ni del modo en que se podrá supervisar su cumplimiento e imponer sanciones.

«No tiene fundamento decir que este tratado es inaplicable», afirmó el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, e insistió en que se trata de un pacto «efectivo y viable».

Además, la negativa de Reino Unido a participar en el acuerdo, aunque sirvió para unir a los demás socios europeos en torno a Alemania y agiliza de alguna manera el proceso (ahora planteado como un acuerdo intergubernamental fuera de la UE), complica su puesta en marcha y obliga a buscar rodeos legales que permitan implicar a las instituciones comunitarias.

La incertidumbre motivó la advertencia de Moody's de revisar la nota de las deudas soberanas de los países de la zona del euro y provocó un retroceso en todas las Bolsas europeas.

La prima de riesgo española llegó a dispararse por encima de los 400 puntos básicos y el IBEX perdió 269 puntos y cerró en 8.381.