El vicepresidente y el presidente de Estados Unidos, tras explicar ante la prensa el pacto alcanzado tras una dura negociación. | JONATHAN ERNST

Estados Unidos evitó ayer, en el último minuto, las temidas consecuencias del llamado 'precipicio fiscal' con un acuerdo bipartidista que aumentará los ingresos del Estado pero que aplaza las decisiones más difíciles sobre la reducción del gasto público y la deuda.

Por primera vez en veinte años, el Congreso estadounidense autorizó finalmente con el apoyo de ambos partidos una subida de impuestos para los más ricos.

Al mismo tiempo, el Legislativo convirtió en permanentes, para la inmensa mayoría de los estadounidenses, las rebajas fiscales introducidas hace una década por el presidente republicano George W. Bush.

El resultado supone una victoria política indiscutible para el presidente Barack Obama, quien hizo de la protección de la clase media su banderín de enganche durante la pasada campaña electoral.

«Gracias a los votos de republicanos y demócratas en el Congreso», subrayó el presidente Obama, «voy a firmar una ley que sube los impuestos al dos por ciento de los estadounidenses más acaudalados y evita al propio tiempo subidas impositivas que habrían devuelto al país a la recesión». Los legisladores aprobaron sin cambios, por 257 votos a favor y 167 en contra, el proyecto remitido por el Senado, donde había recibido un día antes un respaldo abrumador.

Entre otras medidas, la legislación convierte en permanente el nivel actual de los tipos impositivos para un 98 % de las familias y un 97 % de los pequeños negocios.

Eleva, por el contrario, el impuesto para las parejas con rentas anuales superiores a los 450.000 dólares, que volverán a contribuir con un tipo del 39,6 %, como hace dos décadas, en lugar del 35 % actual.

El acuerdo no prorroga, sin embargo, la rebaja temporal de las retenciones sobre los salarios que aprobó el Gobierno de Obama dentro de las medidas de estímulo a la economía, por lo que los estadounidenses sí que notarán a partir de hoy una reducción de sus salarios netos.

La ley prorroga, además, por un año el subsidio de emergencia por desempleo que beneficia a 2 millones de estadounidenses.

Aplaza, sin embargo, por dos meses, los recortes automáticos previstos en el gasto del Gobierno federal, lo que presagia nuevos enfrentamientos en poco tiempo entre republicanos y demócratas.