El papa Francisco da una rueda de prensa a bordo del avión que le traslada a Italia tras abandonar Río de Janeiro (Brasil). | LUCA ZENNARO / POOL

El papa afirmó que no condena a los homosexuales y que deben ser integrados en la sociedad, pero dijo que es contrario a todos los lobby, incluido el gay, y defendió que las mujeres tengan un mayor papel en la Iglesia, aunque recordó que las puertas al sacerdocio femenino están cerradas.

Francisco hizo hoy estas afirmaciones en un encuentro con los periodistas, entre ellos la agencia EFE, que le acompañaban en el avión en el que regresó a Roma desde Río de Janeiro, donde presidió la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.

Durante hora y media respondió a todas las preguntas que libremente le hicieron los periodistas, algunas delicadas, como las referentes al supuesto lobby gay del Vaticano y el caso del sacerdote Battista Ricca, nombrado recientemente secretario del IOR, el llamado banco del Vaticano, que se ha visto salpicado en un escándalo de tintes homosexuales.

Tampoco dudó en hablar del Vatileaks, el escándalo del robo y filtración de documentos de Benedicto XVI, y el caso del prelado italiano Nunzio Scarano, acusado de fraude y corrupción en una investigación sobre supuestas irregularidades financieras del IOR.

Del Vatileaks, Francisco dijo que es «un problema gordo», pero que ni se asustó cuando Benedicto XVI le entregó los documentos.

Y sobre los gay, el papa aseguró que no juzga a los homosexuales, pero se mostró contrario al lobby gay.

«En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay busca al Señor y tiene buena voluntad quien soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad», afirmó.

Respecto al caso Ricca, Francisco dijo que ordenó una investigación y no ha salido nada, «no hay nada de lo que se le acusa, no hemos encontrado nada», precisó, para señalar que muchas veces con tal de hacer daño se va a buscar pecados de juventud.

«Los pecados son una cosa y los delitos otra. Delito son los abusos de menores, los pecados son otra cosa. Si una persona ha pecado y después se convierte, el Señor la perdona y eso se olvida», subrayó el papa.

Francisco abogó por un mayor papel de la mujer en la Iglesia, pero rechazó que puedan acceder al sacerdocio al señalar que sobre ese tema «la Iglesia ha hablado y ha dicho no. Lo dijo Juan Pablo II con una formulación definitiva. Esa puerta esta cerrada».

Reconoció que «no hemos hecho una profunda teología de las mujeres en la Iglesia» e insistió en que la participación femenina debe ser «más que hacer de monaguilla, o de presidenta de Caritas, etc, debe ser algo más».

Sobre la reforma de la Curia romana aseguró que no ha notado «resistencia» dentro del Vaticano y que no sabe como acabará la del IOR, pero que «lo esencial es la transparencia y la honradez».

A preguntas de Efe, el papa se refirió a la reforma del Instituto para las Obras de Religión (IOR), envuelto desde hace años en escándalos de supuesto blanqueo de dinero, y la comisión que ha creado para que estudie qué hacer con el llamado «banco de Dios».

«Yo no sé como acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez sea mejor (convertirlo) en un banco, otros que un fondo de ayudas y otros que hay que cerrarlo. Yo no lo sé, me fío del trabajo de las personas que están trabajando en esto», señaló.

También fue preguntado por sus relaciones con Benedicto XVI, al que dijo que quiere mucho. «Es un hombre de Dios, humilde, que reza», y que cuando renunció al pontificado «fue un ejemplo de grandeza», porque «solo un grande es capaz de eso».

A ese respecto recordó el caso de un «monseñor encarcelado», en referencia a Scarano, «que no está en la cárcel porque se encomendó a una beata, son escándalos que hacen daño», subrayó con sorna.

Acerca de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, dijo que no será el 8 de diciembre próximo y que las fechas que se barajan son el 24 de noviembre o el 27 de abril de 2014.

Francisco explicó también, en alusión a una foto suya llevando un maletín negro, que ha dado la vuelta al mundo, que estaba habituado a llevarlo y que hay que acostumbrarse a ser «normales».

En el maletín lleva, aseguró, la maquinilla de afeitar, el breviario, la agenda y un libro para leer, «pero no llevo la llave de la bomba atómica», agregó entre risas.

Francisco contó que se siente bien en el Vaticano, pero reconoció que en algunos momentos se siente «enjaulados».

«¡Cuántas veces me ha dado gana de salir por las calles de Roma! y en ese contexto me siento un poco enjaulado. En Buenos Aires me conocían como el cura callejero», recordó Bergoglio, que dijo que es feliz como papa y desveló que padeció una ciática durante su primer mes de pontificado.

Preguntado por qué no ha hablado del aborto y el matrimonio homosexual durante la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, Francisco señaló que la Iglesia ya se ha expresado y «no era necesario volver».

Sobre el descenso de católicos en Brasil, reconoció que es «una realidad» y consideró que el Movimiento de Renovación Carismática -del que dijo hace 30 años confundía «una celebración litúrgica con una escuela de samba"- de fuerte presencia, puede servir para parar esa hemorragia de abandonos.

El papa habló de misericordia, de la necesidad de que la Iglesia les acompañe al referirse al acceso al sacramento de la comunión para las personas divorcias, pero dijo que es un problema que se debe estudiar.

«Los divorciados pueden tomar la comunión sin problemas, cuando se han casado de nuevas no pueden comulgar», recordó.

El papa fue preguntado también si se siente jesuita, a lo que respondió que sí y que piensa como jesuita, «pero no hipócritamente», señaló.