Escenas de dolor durante el entierro, ayer en su barrio de Jerusalén, del adolescente palestino asesinado esta semana. | AMMAR AWAD

Al grito de «la sangre de los mártires nos redimirá», miles de personas se congregaron ayer en el barrio de Suafat, en Jerusalén Este, para despedir a Mohamad Abu Jeider, el palestino de 16 años víctima el miércoles de una supuesta venganza de radicales judíos.

Bajo un sol abrasador, numerosos óvenes enmascarados, ancianos, mujeres y niños acompañaron el cuerpo del adolescente, al tiempo que Egipto emprendió una nueva mediación para salvar el alto el fuego que el Gobierno israelí y el movimiento islamista Hamás alcanzaron en 2012. Los radicales de ambos lados no parecen desear que haya entendimiento.

'Doble actuación'

Fuentes médicas palestinas informaron ayer de que cerca de 300 personas han sufrido heridas desde que el pasado miércoles la Policía israelí halló el cuerpo carbonizado de Abu Jedeir en un bosque de Jerusalén.

En las horas previas a su desaparición, ocurrida poco después de que Israel enterrara a tres estudiantes judíos asesinados cerca de la ciudad palestina de Hebrón, una oleada de ataques a árabes se extendió por Jerusalén y la Cisjordania ocupada.

Ayer, primer viernes de Ramadán, quienes se acercaban a rezar a la mezquita de Suafat, denunciaban la «doble actuación de Israel, que ha lanzado a todo su Ejército en Cisjordania en busca de sus chicos «y apenas se esfuerza por encontrar a los asesinos de Mohamad».

Concluida la sepultura, un grupo de jóvenes, la mayoría enmascarados, se enfrentó a las tropas israelíes, que sellaron y rodearon un barrio que asemejaba un campo de batalla.