Un trabajador de Médicos Sin Fronteras en el campamento de Monrovia, la capital de Liberia. | Reuters

Las expectativas despertadas por el Zmapp, el fármaco experimental que ha permitido la curación de los norteamericanos Kent Brantly y Nancy Writebol, están aún lejos de hacerse realidad: el suero requiere numerosas pruebas complementarias y las dosis elaboradas están ya agotadas.

Las investigaciones en curso deben demostrar, entre otras cosas, hasta qué punto ha sido decisiva la aplicación del suero para salvar la vida de estos dos pacientes, ya que el español Miguel Pajares falleció a pesar de que también lo había recibido.

José Ramón Arribas, jefe de la unidad de infecciosos del servicio de Medicina Interna del Hospital La Paz en Madrid y responsable del equipo que atendió en el Hospital Carlos III a Pajares, no ha revelado, por expreso deseo de su paciente, si el Zmapp llegó a lograr algún resultado con él.

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Curación

No obstante, y tras insistir en que «queda mucho tiempo» para conocer si el suero experimental servirá de manera eficaz en la lucha con la enfermedad, Arribas ha recordado que a pesar de su elevado nivel de mortandad «las personas pueden curarse definitivamente de ébola» y que los supervivientes ayudarán desde el punto de vista científico a descubrir cómo derrotarlo.

En la actualidad, el Zmapp está siendo administrado a tres médicos liberianos infectados que, según han asegurado las autoridades del país africano, han mostrado «signos de mejoría» pero la compañía estadounidense Mapp Pharmaceuticals ha advertido esta semana de que las dosis elaboradas «ya están agotadas».

La OMS ha convocado para septiembre en Ginebra una reunión extraordinaria de expertos a fin de debatir sobre la aplicación de terapias experimentales.