Las autoridades chinas trataron de acallar este domingo a los familiares de los pasajeros chinos desaparecidos hace ahora un año en el Boeing 777 de Malaysia Airlines, que organizaron un acto en Pekín para rezar por sus allegados y expresar sus quejas y malestar ante los medios de comunicación.

Un gran dispositivo policial flanqueaba desde primera hora de la mañana el templo del Lama de la capital china para evitar que los familiares pudieran expresar sus reclamos a los periodistas, que habían sido convocados por el grupo la noche anterior.

Aunque los agentes permitieron a los familiares rezar de forma privada en el interior del templo, no les dejaron hablar con los medios de comunicación, a quienes echaron del centro religioso y de sus inmediaciones a empujones.

El número de agentes, de paisano o uniforme, superaba a la cincuentena de familiares y al de periodistas, y no se retiró del lugar hasta bien entrada la tarde, según pudo constatar Efe.

«Les he dicho que no tengo miedo. Estoy preparada para perder la cabeza por esto. No pueden amenazarme (...) Hay alguien en mi puerta espiándome todo el rato. Podéis intentar entrevistarme en cualquier lugar, incluso en mi casa, que ellos interferirán», manifestó Dai Shuqin, una mujer que perdió a cinco miembros de su familia que viajaban en el avión del vuelo MH370, entre ellos, un bebé de un año.

En un despiste de la Policía a las afueras del templo, Dai contó a un reducido grupo de medios que las autoridades les esperaban esta mañana en la puerta de su casa y le habían instado a no acudir a la conmemoración. «Te vas a arrepentir», le espetaron.

Ante el temor al olvido por el paso del tiempo, los familiares querían hoy reivindicar la importancia de la búsqueda del avión y denunciar la «desinformación» a la que se han visto sometidos por Malasia.

«No estoy nada contento con las operaciones de rescate lideradas por Malasia. Hemos protestado porque no nos parece bien que paren la búsqueda. Queremos saber qué ocurrió», señaló un hombre de avanzada edad ante las cámaras, y a quien los agentes instaron enseguida a alejarse de los periodistas.

Desesperados por transmitir su mensaje, y ante la coacción gubernamental, algunos de ellos se limitaban a enseñar pancartas o las prendas cargadas de mensajes que habían portado para la ocasión mientras eran obligados a abandonar la zona por la Policía.

«MH370, ¿dónde estás?», se podía leer en la parte delantera de sus camisetas blancas, mientras la trasera la dedicaban a hacer una petición a la comunidad internacional: «Por favor, traed el MH370 de vuelta a casa».

«Ya no sé qué decirle a mi hija (de 6 años) sobre su padre. Ella me dice que el avión es el medio de transporte más rápido, entonces, ¿cómo puede tardar un año?», señaló a Efe Catherine Gao, quien aún espera a su marido.

En un restaurante al que las autoridades acompañaron al grupo, Gao enseñó a Efe los tres dibujos que había hecho para este «especial día», en los que se podía ver a su familia unida bajo un cielo azul junto a frases como «Papá, te echo de menos».

«Tenemos derecho a saber. Malasia no nos ha dado nada de información útil hasta ahora. Incluso por razones de seguridad, por si pasa con otros vuelos, tenemos que saber qué ocurrió. Deberían ser más transparentes, darnos más información», denunció la mujer, acompañada por su suegra.

En el restaurante, y bajo la atenta mirada de agentes vestidos de paisano, el grupo de familiares celebró el cumpleaños de una mujer desaparecida en el siniestro, y esposa de uno de los presentes.

A pesar de la tragedia por la que pasan, a la que hoy se añadió el maltrato de su propio Gobierno, el grupo encendió las velas de una gran tarta y dedicó la mejor de sus sonrisas a la desaparecida.

«Cantemos cumpleaños feliz», propuso una mujer del grupo, evidenciando la unión que han forjado entre ellos en este fatídico año de numerosos interrogantes y ninguna respuesta.