Fotografía de archivo fechada en 1999, en la que se muestra a Ezat Ibrahim al Duri, que fue vicepresidente del fallecido dictador Sadam Husein, en Ammán, Jordania. | JAMAL NASRALLAH

Ezat Ibrahim al Duri, que fue vicepresidente del fallecido dictador Sadam Husein y uno de los hombres más buscados por Washington en Irak, podría haber muerto este viernes en una operación de seguridad en la provincia de Saladino, aunque hay informaciones contradictorias al respecto.

Según las autoridades iraquíes, Al Duri es uno de los diez fallecidos en un enfrentamiento con fuerzas de seguridad al este de la ciudad de Tikrit.

Mientras se esperan los análisis de ADN que confirmarían esta tesis, desde el partido Al Baaz, dirigido por Al Duri y prohibido en Irak, afirman que quien fue «número dos» de Sadam sigue vivo y dentro del país.

Al Duri nació el 1 de julio de 1942 en la localidad de Al Dur, 25 kilómetros al norte de la ciudad de Tikrit, que fue la cuna del expresidente iraquí.

De la misma generación que Sadam y uno de sus más fieles colaboradores, sobrevivió a todas las purgas del régimen y se convirtió en la mano derecha del dictador.

Sus vínculos con Sadam transcendieron luego lo político. Ambos llegaron a estar emparentados pues una hija de Al Duri estaba casada con Uday Husein, el hijo mayor del dictador, que falleció en julio de 2003.

Sadam Husein y Al Duri dirigieron el Consejo del Mando de la Revolución, máxima instancia política del régimen, y la cúpula del partido nacionalista Al Baaz.

Antiguos compañeros de partido, Al Duri fue junto a Sadam y a Taha Yasin Ramadan uno de los principales conspiradores en el golpe de Estado que alzó al partido Al Baaz en 1968.

Ya instalado en el poder, fue miembro del comité responsable del norte de Irak durante la represión que siguió al levantamiento kurdo tras la Guerra del Golfo de 1991 y se le acusó de utilizar «excesiva fuerza militar» contra los árabes del sur.

Como «segundo» en la cadena de mando, solía encargarse además de representar a Irak en cumbres y reuniones internacionales, donde siempre destacó como partidario de la «línea dura» del régimen.

En 1998 sobrevivió a un intento de atentado en la ciudad meridional de Kerbala.

Poco antes de la invasión anglo-estadounidense que precedió a la caída del régimen de Sadam (abril de 2003), fue nombrado comandante de la región militar del norte y estableció su cuartel militar en Tikrit.

Tras el comienzo de la guerra el 20 de marzo de 2003, apareció sólo una vez en las pantallas de televisión y corrieron todo tipo de rumores sobre su paradero, especialmente tras el fin de la contienda.

En noviembre de 2003, Estados Unidos dio a entender, no obstante, que Al Duri estaba vivo y activo, y le acusó de dirigir las operaciones de resistencia contra las fuerzas ocupantes.

La Administración estadounidense puso entonces precio a su cabeza, de diez millones de dólares, para quien pudiera proporcionar cualquier información que condujera a su paradero.

Tras la captura de Sadam Husein, el 13 de diciembre de 2003, se convirtió en el hombre mas buscado por los tropas de Estados Unidos, que concluida la contienda distribuyeron una baraja con los nombres de los más fieles seguidores del depuesto régimen, en la que Al Duri era el «rey de tréboles».

Alto y delgado, pelirrojo y con bigote, fue dado por «muerto o detenido» el 3 de diciembre de 2003, durante una operación lanzada por las fuerzas de la coalición en Kirkuk, según una versión del Consejo de Gobierno iraquí que fuentes militares estadounidenses desmintieron posteriormente.

En una operación militar más reciente, el Ejército iraquí mató en junio de 2014 a su hijo Ahmed Ezat al Duri durante un bombardeo en Tikrit. Al parecer, estaba reunido con antiguos miembros del partido Al Baaz e integrantes del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Su voz volvió a escucharse en julio de ese año, cuando pidió al EI y a Al Qaeda que superaran sus diferencias y continuasen con «la liberación» de Irak.

Y es que Al Duri y los miembros de Al Baaz y de su brazo armado, el Ejército de los Hombres de la Cofradía Naqsabandiya, dieron en un principio su respaldo a la ofensiva lanzada por el EI ese mes en el norte del país.

Hace dos semanas, en su último discurso, cambió de postura y pidió a los líderes árabes que actuasen para frenar la amenaza yihadista en Irak, donde el EI controla amplias zonas del territorio y proclamó en junio pasado un califato.