El aeropuerto de Buyumbura, la capital de Burundi, y las fronteras terrestres del país han sido cerradas bajo el control del Ejército, que afirmó haber depuesto al presidente, Pierre Nkurunziza, tras las violentas protestas contra su candidatura en las elecciones de junio. | Reuters

El aeropuerto de Buyumbura, la capital de Burundi, y las fronteras terrestres del país han sido cerradas bajo el control del Ejército, que afirmó haber depuesto al presidente, Pierre Nkurunziza, tras las violentas protestas contra su candidatura en las elecciones de junio.

La emisora Rema FM, próxima al partido gubernamental, también fue clausurada sobre las 16:00 horas locales (15:00 horas GMT), antes de ser incendiada por un grupo de atacantes.

Miembros del Ejército ordenaron el cierre del aeropuerto y de las fronteras, al parecer antes de la llegada del avión que transportaba a Nkurunziza desde Tanzania, donde hoy asistía a una cumbre regional, informaron a Efe fuentes diplomáticas en Buyumbura.

A primera hora de la tarde, el general Godefroid Niyombare anunció en una radio privada tomada por los militares que el presidente había sido «destituido».

El militar aseguró hablar en nombre de un «Comité para el restablecimiento de la concordia nacional temporal» integrado por el Ejército y la sociedad civil con la misión, según explicó, de restablecer «la unidad nacional».

«El presidente Pierre Nkurunziza ha sido destituido de sus funciones. El Gobierno se ha disuelto. Las Secretarías permanentes de los ministerios garantizarán su funcionamiento», apostilló el general, sin precisar si se constituirá un Ejecutivo de transición.

Niyombare anunciaba la destitución del jefe de Estado «por el bien de la nación» y «tras observar con desolación la violencia y el cinismo que caracteriza a Pierre Nkurunziza».

Por el contrario, la Presidencia de Burundi desmintió horas más tarde el éxito de la acción militar y aseguró que las fuerzas de seguridad perseguirían a los autores del «fantasioso» golpe de Estado contra el presidente Nkurunziza.

«Ha sido un golpe de Estado fantasioso», afirmó la Presidencia en un comunicado, con el que desmentía el éxito de la acción militar anunciaba horas por el Ejército burundés.

Mientras, Nkurunziza se encontraba de visita en Dar es Salaam, la capital comercial de Tanzania, para participar en una reunión con los jefes de Estado de la Comunidad de África Oriental para buscar una solución a la crisis de Burundi.

El presidente burundés abandonó la cumbre antes de que terminara, en dirección todavía desconocida.

Este supuesto golpe de Estado se produce tras semanas de violentas protestas que han llevado a la calle a miles de burundeses para protestar contra la decisión del hutu Nkurunziza de aspirar a un tercer mandato en las elecciones del próximo junio, algo que un gran sector de la población y la oposición consideran ilegal.

La candidatura de Nkurunziza ha suscitado así serios temores en gran parte de la población burundesa -perteneciente fundamentalmente a la otra etnia mayoritaria del país, los tutsi-, que apenas hace una década salió de una guerra civil (1993-2005).