El Papa Francisco, en Turín, de visita Pastora. | Reuters

El papa comenzó este domingo su visita a Turín (norte de Italia) con un encuentro con el mundo laboral y llamó a decir «no» a fenómenos como la idolatría del dinero, la mafia o la corrupción, «tan extendida que parece una actitud».

El pontífice defendió que el trabajo «no solo es necesario para la economía, sino para la persona humana, para su dignidad, su ciudadanía y su inclusión social» ante cientos de personas que se congregaron en la plaza del Palacio Real turinés para escucharle, entre ellas autoridades del mundo político y empresarial.

Ante ellos, pidió decir «no» a una economía que descarta a quienes viven en la pobreza absoluta pero también «a los niños, los ancianos y ahora también a los jóvenes».

«¡Lo que no produce se excluye a modo de usar y tirar», exclamó.

«Estamos llamados a decir 'no' a la idolatría del dinero, que nos impulsa a entrar a cualquier coste en el número de los pocos que, a pesar de la crisis, se enriquecen sin tener en cuenta a muchos que se empobrecen, a veces hasta el hambre», reivindicó.

Y prosiguió: «Estamos llamados a decir 'no' a la corrupción, tan difundida que parece una actitud, un comportamiento normal. Pero no con palabras, sino con hechos. 'No' a los acuerdos mafiosos, a las estafas, a los sobornos y este tipo de cosas».

Ante esta situación, «que es global y compleja», Bergoglio señaló que «no solo se puede esperar la recuperación» sino que «el trabajo es fundamental y es necesario que toda la sociedad, todos sus componentes, colaboren para que haya un trabajo para todos y sea digno del hombre y de la mujer».

Pero esto, bajo su punto de vista, «implica un modelo económico que no sea organizado en función del capital y de la producción sino del bien común».

También abordó el tema de los derechos de las mujeres, que «deben ser protegidos con fuerza porque ellas, que también portan el mayor peso en el cuidado de la casa, de los hijos y de los ancianos, son aún discriminadas en el trabajo».

Asimismo, ante fenómenos como el desempleo y la crisis económica, Francisco pidió no culpar a los inmigrantes de que «aumente la competencia» porque, bajo su punto de vista, «ellos son víctimas de la desigualdad, de esta economía que descarta y de las guerras».

Animó a «invertir con valentía en la formación, tratando de cambiar la tendencia que ha visto caer en los últimos tiempos el nivel medio de educación y a muchos jóvenes abandonar la escuela».

Y abogó por «un pacto social y generacional» basado en la solidaridad y que recupere «la confianza entre jóvenes y adultos».

«Mi visita a Turín comienza con vosotros y, sobre todo, expreso mi cercanía a los jóvenes desempleados, a las personas en paro y a los precarios. Pero también a los empresarios, artesanos y a todos los trabajadores de varios sectores, sobre todo los que más problemas tienen para continuar adelante», dijo.

El acto comenzó con la intervención de tres representantes del mundo laboral -una trabajadora, un agricultor y un empresario-, que narraron sus experiencias ante el pontífice.

El papa permanecerá en Turín hasta mañana y, además de visitar a jóvenes, ancianos y enfermos, orará ante la Sábana Santa, honrará a san Juan Bosco en el segundo centenario de su nacimiento, se reunirá con algunos familiares y visitará un templo evangelista.