Los investigadores franceses trabajan este sábado para verificar el perfil yihadista y el recorrido del «terrorista» marroquí Ayoub El Kahzzani, quien hirió de gravedad a dos hombres en un tren Thalys entre Amsterdan y París antes de ser reducido por los pasajeros y que había sido objeto de seguimiento por España.

El cotejo de las huellas dactilares del hombre con las que tenía la Policía española, que lo había arrestado por delitos relacionados con la droga, es lo que ha permitido confirmar que su identidad es la que él mismo facilitó ayer tras ser arrestado en la estación de la ciudad francesa de Arras -no llevaba documentación encima- adonde fue desviado el convoy.

Tiene 26 años, nacionalidad marroquí y vivió hasta 2014 en España (últimamente en Algeciras, sur del país), por lo que las autoridades españolas habían advertido a las francesas en febrero de 2014 de su islamismo radical.

El ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, explicó hoy que la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI, servicios secretos franceses) lo registró en sus archivos con una ficha «S», de personas con vinculaciones potenciales con grupos terroristas, para el caso de que entrara en Francia.

Cazeneuve indicó que está demostrado que vivió en España hasta 2014 y en Bélgica en 2015, pero eludió referirse a las informaciones filtradas desde España sobre su presencia en Francia y sus viajes a Siria e insistió en que la cooperación de las policías y los servicios de inteligencia europeos tendrán que establecer «el recorrido y los desplazamientos de este terrorista».

Varios medios franceses como la cadena BFM TV revelaron que Francia advirtió a España el 11 de mayo pasado de que un día antes había detectado a El Kahzzani en un vuelo Berlín-Estambul, una primera etapa para entrar en Siria.

La respuesta de los servicios secretos españoles fue que ya no vivía en Algeciras, sino en Bruselas, agregaron.

El sospechoso, que está siendo interrogado en la sede de la Subdirección Antiterrorista (Sdat) en las afueras de París -los policías pueden hacerlo hasta el martes por la tarde antes de presentarlo ante el juez- ha dado una versión inverosímil.

Más allá de negar toda intencionalidad terrorista, ha pretendido convencer a los agentes de que su objetivo era robar a los pasajeros del Thalys al que se había subido en Bruselas y que las armas que llevaba encima se las había encontrado de forma fortuita en un parque de la capital belga.

Lo cierto es que montó en el tren con un fusil kalashnikov con nueve cargadores llenos, una pistola con cargador completo, un cúter y un líquido aparentemente inflamable.

Según el relato de Cazeneuve, un pasajero francés que iba al baño de su vagón se dio de bruces con él, cuando salía con su kalashnikov, y, cuando intentó neutralizarlo, le disparó.

Entonces intervinieron dos militares estadounidenses -Spencer Stone y Alex Skarlatos- que forcejearon con él, ayudados por al menos dos personas más, hasta desarmarlo, neutralizarlo en el suelo y atarlo.

En el forcejeo, Stone, quien lo agarró por el cuello mientras Skarlatos le quitaba el arma, resultó herido de arma blanca y otro pasajero, un franco-estadounidense, recibió una bala en la espalda.

Stone salió esta tarde del hospital de Lille (norte de Francia) en el que fue intervenido por la mañana local, mientras que seguía allí ingresado en estado grave, aunque su vida no corre peligro, el herido de bala, que no ha querido que se divulgara su nombre.

Chris Norman -un británico de 62 años que también participó en la acción para desarmar a Kahzzani de un total de cinco personas- relató ante los medios que, tras esconderse en un primer momento, decidió intervenir al ver actuar a los estadounidenses, pues era «tal vez la única oportunidad de sobrevivir».

Norman y las demás personas que redujeron al atacante serán recibidos el lunes por el presidente francés, François Hollande, en un acto solemne en el Palacio del Elíseo en París al que asistirán los jefes de los gobiernos belga, Charles Michel, y holandés, Mark Rutte, y la embajadora estadounidense en Francia, Jane Hartley, así como el primer ministro francés, Manuel Valls, y otros miembros de su Ejecutivo.

«Debemos mucho a su valor y a su sangre fría», destacó Cazeneuve, en referencia a la posibilidad de que se hubiera producido una masacre sin su intervención.

Al calor de la polémica que se ha generado sobre la actitud del personal del tren Thalys ante el ataque (algunos testigos dicen que varios empleados se escondieron en lugar de proteger a los pasajeros), Valls anunció que la compañía ferroviaria francesa SNCF creará un número para informar de situaciones anormales en los trenes con personal experto a fin de evaluar eventuales amenazas y poner en marcha acciones.