La demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se auparon como ganadores en unas primarias en el estado de Nueva York en las que quedó claro que mientras la ex senadora cuenta con el apoyo del partido, el polémico magnate teme quedarse sin la nominación en la convención republicana.

La victoria de Clinton fue tan reñida como preveían las encuestas y con más del 90 % de los votos escrutados, Clinton conseguía con el 57,6 % de los votos imponerse a su principal rival, el candidato nacido en Brooklyn Bernie Sanders, que obtuvo un 42,4 % de papeletas.

Aunque Sanders consiguió movilizar a buena parte de los votantes más jóvenes, Clinton consiguió hacerse con el voto clave en un estado tan diverso como Nueva York, esto es, mujeres, hispanos y afroamericanos.

En previsión quizá de su derrota, Sanders ni siquiera se encontraba en Nueva York, sino en Pensilvania, uno de los próximos estados en los que se la juega.

Ventaja

Por su parte, Trump obtuvo una enorme ventaja (60,2 % de los votos) a mucha distancia de John Kasich y Ted Cruz, pero mostró abiertamente su temor de que ganar más delegados que sus compañeros no sea suficiente para conseguir el «ticket» dorado a la Casa Blanca.

Aunque el empresario tiñó de rojo todo el mapa electoral del Estado, le faltó un distrito, justamente, Manhattan, donde Kasich se llevó la victoria.

En su discurso de celebración, frente a decenas de periodistas y seguidores, Trump no nombró ni una vez a Clinton, pero sí le dedicó críticas y advertencias al partido republicano, quien podría tener la última palabra en la convención del partido en julio para elegir al candidato.

«Iremos a la convención como ganadores y nadie podrá quitarnos la elección a la manera como se las gasta el partido republicano», señaló el magnate.

Trump dejó claro que usará la carta de la superioridad numérica y restará legitimidad democrática al contrincante que intente batirle en la convención gracias a la derivación de votos de los precandidatos que vayan retirándose de la carrera.

Las celebraciones de Clinton -en un hotel de Times Square- y Trump -en la torre de la que es propietario en la Quinta avenida- se separaban por poco más de un kilómetro, pero su contenido fue muy distinto, más allá de la música a todo volumen y los mensajes de amor a Nueva York, lugar de adopción para una y de nacimiento para el otro.

La precandidata presidencial demócrata de EE.UU. Hillary Clinton hizo hoy un llamamiento a la unidad de su partido rodeada de su familia pero también del gobernador del estado, Andrew Cuomo, y el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio.

La esposa del ex presidente Clinton, que no ganaba ninguna primaria desde el 22 de marzo, consideró este su impulso definitivo para distanciarse de Sanders, a su izquierda, y dijo que con Nueva York entra en la «recta final» la carrera a la Casa Blanca.

La ex senadora por Nueva York de 2001 a 2009 criticó a los principales aspirantes republicanos, Donald Trump y Ted Cruz, que defienden una «visión de Estados Unidos que fomenta las divisiones y que es francamente peligrosa».

Por su parte, y desde la torre que lleva su nombre, Trump reiteró la cartera de medidas que viene repitiendo y que pasan por acabar con el programa de salud pública conocido como «Obamacare», que «está haciendo que se trate mejor a los ilegales que a la gente de este país», trabajar por «devolver los empleos a América» o «crear un ejército mayor y más fuerte».

La jornada de voto transcurrió con tranquilidad, aunque empañada por un error en las listas electorales demócratas en Brooklyn que dejaron sin poder ejercer su derecho a 125.000 personas en el distrito de origen de Sanders y que llevaron incluso al alcalde de Blasio a tener que salir al paso con un comunicado.

Aunque en otros comicios pasados las primarias de Nueva York carecieron de relevancia por lo adelantado ya de la carrera, esta vez y especialmente para el partido demócrata, la votación interna en el Estado con el que guardan importante relación Trump, Clinton y Sanders, aumentaron el interés.

Y como en Nueva York todo se hace a lo grande. El propio Empire State, que da lema al estado de Nueva York en las matrículas de los automóviles, fue el encargado de anunciar mediante distintos tonos de azul y rojo cada vez que surgía el ganador de cada uno de los partidos.