El Ejército de Zimbabue ha asegurado este miércoles que está actuando contra "criminales" tras sus movimientos en la capital, Harare, recalcando que no se trata de un golpe de Estado militar contra el presidente, Robert Mugabe, y agregando que tanto él como su familia "se encuentran bien" y que "su seguridad está garantizada".

En un comunicado leído en la televisión estatal ZBC --tomada horas antes por militares--, un soldado ha dicho que "sólo se está actuando contra criminales (...) que están cometiendo crímenes que están causando sufrimiento social y económico en el país para llevarles ante la justicia".

"Una vez hayamos completado nuestra misión, esperamos que la situación vuelva a la normalidad", ha agregado, comunicando al aparato judicial que "puede llevar a cabo su autoridad independiente sin miedo a una obstrucción".

"Queremos dejar muy claro que no es un toma del Gobierno por parte del Ejército. Lo que las Fuerzas de Defensa de Zimbabue están haciendo es pacificar una situación política, social y económica en deterioro a la que, de no hacérsele frente, podría derivar en un conflicto violento", ha argumentado.

"Pedimos a todos los veteranos de guerra que jueguen un papel positivo en la búsqueda de la paz, la estabilidad y la unidad en el país", ha manifestado, recalcando que todos los militares "deben volver inmediatamente a sus barracones".

Así, se ha dirigido además a los miembros del resto de fuerzas de seguridad, solicitando que "cooperen por el bien del país". "Que quede claro que queremos hacer frente a las amenazas de seguridad en el país. Cualquier provocación tendrá una respuesta adecuada", ha advertido.

En un mensaje a los funcionarios, el Ejército ha dicho que "estos mismos individuos" buscan expandir "la purga en el ZANU-PF al servicio civil". "Estamos en contra de este acto de injusticia y pretendemos proteger a todo el mundo contra él", ha añadido.

Asimismo, ha trasladado a los parlamentarios que "su papel legislativo es de una importancia fundamental para la paz y la estabilidad del país", recalcando que el Ejército "pretende que puedan servir en sus circunscripciones según los valores democráticos.

Las Fuerzas Armadas han reclamado a la población zimbabuense que "permanezca en calma" y que "limite los movimientos innecesarios", solicitando a "los que tienen trabajos y empresas esenciales en la ciudad que sigan con sus actividades habituales".

"Nuestro deseo es que (la población) disfrute de sus derechos y libertades y que devolvamos al país a una situación que permita la inversión, el desarrollo y la prosperidad por la que todos luchamos y por la que muchos ciudadanos pagaron el máximo precio", ha dicho.

En este sentido, ha reclamado a los partidos políticos "que no animen a sus miembros a mantener un comportamiento violento", pidiendo a los jóvenes que "sean conscientes de que el futuro del país es suyo" y a las organizaciones religiosas que "recen por la paz, el amor, la unidad y el desarrollo".

Por último, ha pedido a los líderes tradicionales "liderazgo" en sus comunidades, así como un trabajo "justo y responsable" a los medios de comunicación que cubren los acontecimientos en el país.

LA TOMA DE LA SEDE DE LA ZBC

El comunicado ha sido publicado pocas horas después de la toma de la sede de la ZBC, durante la cual los soldados han garantizado al personal que "no debe preocuparse" y asegurado que su objetivo es proteger las instalaciones.

La toma de la sede de la ZBC tuvo lugar horas después del despliegue de carros de combate en las inmediaciones de la capital de Zimbabue, Harare, tras la reciente advertencia del jefe de las Fuerzas Armadas, Constantino Chiwenga, sobre una posible intervención para frenar la "purga" de exguerrilleros en el seno del gobernante ZANU-PF.

Durante la jornada del martes fueron desplegados carros de combate en las inmediaciones de la capital de Zimbabue, Harare, tras la reciente advertencia del jefe de las Fuerzas Armadas, Constantino Chiwenga, sobre una posible intervención para frenar la "purga" de exguerrilleros en el seno del gobernante ZANU-PF.

El reciente cese del vicepresidente Emmerson Mnangagwa por parte de Mugabe ha puesto las espadas en alto en Zimbabue, hasta el punto de que el jefe de las Fuerzas Armadas salió el lunes en defensa de Mnangagwa y reclamó el fin de la "purga" de antiguos guerrilleros en el partido gobernante.

Las Fuerzas Armadas suelen estar al margen de este tipo de tensiones políticas y, de hecho, guardaron silencio cuando en 2014 fue apartada de la Vicepresidencia Joice Mujuru, una veterana de guerra. Ahora, en cambio, han decidido dar un polémico paso al frente.

"Debemos recordar a quienes están detrás de los actuales chanchullos traidores que, si se trata de proteger nuestra revolución, el Ejército no dudará en intervenir", advirtió Chiwenga, en una comparecencia ante los medios que no ha dejado indiferente a nadie.

La evidente división en el seno del gobernante ZANU-PF tiene como trasfondo la carrera por suceder al veterano presidente, de 93 años, que gobierna el país africano desde 1980. Una facción respalda a la primera dama, Grace Mugabe, mientras que otra apoya a Mnangagwa, que ahora parece haber quedado fuera por orden directa del jefe de Estado, que no ha dudado en acusarle de traidor.

Grace Mugabe tiene entre sus principales apoyos a la facción G40, compuesta en su mayoría por jóvenes que no combatieron por la independencia y que creen que la sucesión de Mugabe debería dar pie también a un relevo generacional en Zimbabue.

El líder de las juventudes del partido, Kudzai Chipanga, ha acusado al jefe militar de actuar contra la Constitución y ha asegurado que están dispuestos a hacer lo que sea necesario para "defender la revolución". "Es un ideal por el que vivimos y por el que estamos dispuestos a morir", ha proclamado en la sede del partido en Harare.

El ZANU-PF en su conjunto también ha salido al paso de las advertencias de Chiwenga, al que ha acusado de seguir una "conducta traidora" con respecto a la cúpula política. En este sentido, el partido ha señalado en un comunicado que sigue apostando por la "primacía de la política sobre las pistolas".