Copias del libro «Fire and Fury». | SHANNON STAPLETON

El polémico libro sobre la campaña electoral y la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos salió hoy a la venta pese a la presión de la Casa Blanca, mientras el mandatario continuaba sus furiosos ataques contra el autor de la obra, los medios de comunicación y su exasesor Steve Bannon.

Horas antes de la salida a la venta del libro, llamado «Fire and Fury» ("Fuego y Furia") y que desató esta semana una dura disputa entre Trump y Bannon, el presidente ventiló en la red social Twitter su frustración por la publicación de la obra.

«(El libro) está lleno de mentiras, tergiversaciones y fuentes que no existen», tuiteó la noche del jueves Trump, quien horas después criticó a los medios de comunicación por dedicar atención al tema.

Aseguró que no autorizó «ningún acceso» a la Casa Blanca al autor del libro, Michael Wolff y que «nunca» habló con él para ese texto, y pronosticó que las cosas no irán bien ni para ese periodista ni para «el chapucero» Bannon.

Pero el libro se convirtió en todo un éxito editorial incluso antes de su salida a la venta, con una enorme demanda en Amazon y en las librerías de todo el país, que en muchos casos agotaron los ejemplares en cuestión de minutos.

La editorial responsable, Henry Holt & Company, desafió así la amenaza del equipo legal de Trump, que había pedido detener la publicación del libro por considerar que contenía múltiples declaraciones difamatorias sobre el presidente y su familia.

El autor del libro defendió hoy su trabajo en una entrevista en NBC News, en la que dijo que sigue respaldando «absolutamente» todo el contenido de la obra y dio irónicamente las gracias a Trump por darle publicidad.

«No solo me está ayudando a vender libros, está demostrando que la conclusión del libro es cierta. Es extraordinario que el presidente de Estados Unidos intente detener la publicación de un libro», afirmó Wolff.

El periodista, bastante desconocido en Washington hasta esta semana, asegura que durante los primeros meses de Trump en el poder tuvo un acceso prácticamente ilimitado a una caótica Casa Blanca, donde nadie controlaba demasiado sus movimientos, y que pudo entrevistar a docenas de asesores del mandatario.

Wolff sostiene en su libro que el objetivo de Trump en la campaña electoral de 2016 no era llegar a ser presidente, sino potenciar su marca, a la vez que afirma que sus asesores no confían en el mandatario.

«Todos dicen que es como un niño», señaló hoy Wolff a NBC.

«Dicen que es un imbécil, un idiota. Hay una competición para llegar al fondo de quién es este hombre», añadió. «Este hombre no lee, no escucha. Es como un 'pinball', virando a todas partes», opinó.

Preguntado por el estado mental del presidente de EEUU, Wolff respondió con una cita de algo que supuestamente le dijo Bannon en una de sus conversaciones: «La ha perdido (la cabeza)».

Wolff también aseguró haberle dicho a los funcionarios de la Casa Blanca todo lo «necesario» para poder tener acceso a las fuentes que le habrían de proporcionar información, algo que puede dar munición al equipo de Trump en su intento de desacreditarle con el argumento de que dio razones falsas para justificar sus visitas al Ala Oeste.

Trump, por su parte, continuó hoy su batalla con Bannon, al que este miércoles acusó de haber «perdido la cabeza» por haber calificado de «traición» y «antipatriótica» la decisión del hijo del mandatario, Donald Trump Jr., de reunirse en junio de 2016 en Nueva York con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya.

«La familia Mercer rompió recientemente con el filtrador conocido como el Chapucero Steve Bannon. ¡Inteligente (decisión)!», escribió Trump en su cuenta oficial de Twitter.

El presidente se refería al comunicado que emitió este jueves Rebekah Mercer, una multimillonaria donante republicana y accionista de la publicación ultraconservadora Breitbart News, de la que Bannon es presidente, en la que aseguraba que ya no le estaba financiando y no apoyaba «sus acciones y declaraciones recientes».

Esa retirada de apoyo es un duro golpe para Bannon, que había prosperado hasta ahora como defensor de la agenda populista de Trump desde fuera de la Casa Blanca y que ha tratado de contener la ira del mandatario al asegurar esta semana que le considera «un gran hombre» y que «nunca nada se interpondrá» entre ambos.