Fotografía de archivo (31/01/2013) del presidente del Grupo Santander, Emilio Botín. | Zipi

El presidente del Grupo Santander, Emilio Botín, murió anoche a los 79 años a causa de un infarto de miocardio, según ha comunicado la entidad financiera a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

«Banco Santander lamenta comunicar el fallecimiento de su presidente, Emilio Botín», ha señalado el banco en el comunicado remitido al organismo supervisor de los mercados.

Emilio Botín, patriarca de una de la dinastías empresariales más importantes de Europa, fue reconocido por transformar una pequeña entidad de provincias, el Banco de Santander, en uno de los mayores del mundo y contribuir al destacado crecimiento económico de su país en los años 90.

Conocido por su habilidad para sellar acuerdos, Botín -o «Don Emilio», como se le conocía en el Banco Santander, el mayor banco de la zona euro- procedía de una familia de banqueros.

Siguió los pasos de su abuelo y su padre, ambos llamados Emilio, en la presidencia del Santander. Deja seis hijos, y la mayor, Ana Patricia Botín, es ya su sucesora.

Bajo el mando de Botín durante 28 años, el Santander emprendió una vorágine de adquisiciones en América Latina en los años 90, encabezando una «conquista» empresarial española en el continente.

Asimismo, adquirió en 2004 el británico Abbey National, una compra por unos 13.000 millones de euros que catapultó a España al centro del sistema bancario mundial.

Forbes estimó su fortuna personal en 1.100 millones de dólares.

«Ha sido un hombre capaz de hacer del Banco Santander el banco más importante de nuestro país (...) y una figura clave en la internacionalización del sector financiero español», dijo el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, el miércoles.

Cuando parte del sector financiero español recurrió a un rescate en 2012, el Santander salió relativamente indemne, ya que la presencia internacional del banco lo blindó de la debacle económica nacional.

Como otras dinastías europeas como los Agnelli italianos o los Quandt alemanes, los Botín han influido en la sombra sobre los líderes políticos y sociales del país.

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No obstante, la influencia de la familia Botín en Banco Santander no ha estado exenta de críticas. Aunque la familia posee sólo un dos por ciento de las acciones del banco, hay tres de sus miembros en el consejo de administración.

La reputación del banquero sufrió un revés en 2011 cuando la familia pagó 200 millones de euros a Hacienda para evitar un presunto delito de evasión fiscal vinculado a una cuenta en Suiza. El caso fue doblemente sonrojante porque el dinero estaba en un banco rival, el HSBC.

BUENA MANO PARA LOS NEGOCIOS

Botín empezó a trabajar en Santander en 1956, un siglo después de que el banco fuera fundado bajo el reinado de Isabel II. Durante muchos años trabajó a la sombra de su padre, entonces presidente, al que sustituyó a los 51 años en 1986, el mismo año en que España se unió a la Unión Europa.

Botín no perdió tiempo cuando tomó las riendas como presidente. En 1989, elevó del 1 al 11 por ciento los intereses que pagaba por las cuentas corrientes de sus clientes, lanzando una guerra de precios con sus competidores. En 1994, compró Banesto después de que fuera rescatado por el Banco de España.

La década de los 90 trajo una enorme expansión en América Latina. Santander entró en Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Venezuela, Chile, Puerto Rico y Uruguay, una estrategia que ayudó a amortiguar la larga recesión que sufrió España.

La magnitud del banco la pone de manifiesto un enorme complejo a la afueras de Madrid, en Boadilla del Monte, que alberga la sede operativa del grupo, con amplios terrenos y olivos milenarios, y autobuses internos que trasladan a los empleados en su interior. El complejo incluye guarderías y peluquerías para empleados.

Personas que trabajaron con él dicen que Botín era disciplinado y directo y que disfrutaba de los pequeños aspectos de gestión del banco, como decidir el logo de Santander en los laterales de los coches de Fórmula Uno.

Botín, que siempre llevaba corbata o chaqueta roja a juego con el color corporativo de Santander, estaba estrechamente unido a la imagen del banco, que también patrocinó la Copa Libertadores en América Latina.

Amigos y socios dicen que Botín estaba muy concienciado con la salud. A menudo salía a correr en la sede del banco en Santander y cuidaba su alimentación.

En los últimos años, cedió las operaciones diarias del banco a personas de su confianza. No obstante, siguió siendo el principal estratega el banco, y fuentes cercanas dicen que hasta hace poco estaba planeando compromisos futuros.

En el banco se decía que quería que su presidencia superara a la de su padre, que se retiró con 83 años.