El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, abandona la sede de su partido en Madrid. | V

Las elecciones vascas y gallegas confirmaron el liderazgo de PNV y el PP, respectivamente. Con perspectiva nacional, la renovada mayoría absoluta del gallego Alberto Núñez Feijóo le catapulta como posible heredero de la Presidencia de los populares, pero lo más significativo ahora es que Mariano Rajoy sale reforzado: el PP ha ganado votos, aunque de manera residual. El presidente en funciones tiene ahora nuevos motivos para renovar sus esfuerzos en busca de la investidura.

El gran perdedor a escala nacional es el PSOE de Pedro Sánchez, que ve cómo En Marea (la marca en la que se integran los de Pablo Iglesias) iguala a los socialistas en Galicia y sufre el ‘sorpasso’ en el País Vasco, colocándose en cuarta posición por detrás de los podemistas con Pili Zabala a la cabeza, y de una EH Bildu con Arnaldo Otegi en la retaguardia.

Guerras cainitas

El mal resultado será utilizado por los críticos que el secretario general del PSOE tiene dentro de su propia organización y que, a tenor de la debacle y de las declaraciones que distintos cargos socialistas, podría desencadenar no ya en una grave crisis, sino una guerra sin cuartel. Y es que no solo el secretario general se juega su futuro. También lo hace el PSOE, dividido como nunca y perdido en su laberinto. El resultado de estas elecciones puede precipitar la guerra fratricida que estallará en el Comité Federal del próximo día 1 de octubre.

El clima interno está tan enrarecido -«asfixiante», en palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba-, y la convivencia entre oficialistas y críticos es tan difícil que a partir de hoy las luchas cainitas están servidas. Los barones socialistas están ya posicionados y Sánchez tiene más que difícil defender su idea de una alternativa de gobierno para España que desbanque a Rajoy. Pese a todo Sánchez deberá mover ficha.

Mientras, Rajoy celebra que su amigo y paisano Núñez Feijóo le haya dado la alegría de convertirse en el único presidente autonómico que, en tiempos de zozobra del bipartidismo, reedita una mayoría absoluta. Los de Ciudadanos poco tienen que celebrar, y es que tanto en Galicia como en Euskadi su influencia es cero: no han conseguido ni un solo escaño.

Podemos -y su marca gallega En Marea- irrumpe con fuerza en las dos autonomías. Los de Iglesias y Errejón presumen de poder ser decisivos en Euskadi en su primera concurrencia electoral. Pese a la crisis interna entre los dos líderes del partido, los resultados de ayer evitan que la crisis interna se agrave, al menos por el momento.