Álvaro Pérez Alonso 'El Bigotes', uno de los 37 acusados de la trama Gürtel, a su llegada la mañana de este martes a la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares donde arraca el primer macrojuicio a la red de corrupción, 7 años y medio después de ser desarticulada. | Efe

'Tarjetas black' para almuerzos de no se sabe cuántos tenedores, viajes, yates, coches de alta gama, trajes...Símbolos del lujo que disfrutó un buen puñado de empresarios y políticos y que hoy se desvanece en un polígono industrial testigo del banquillo de acusados de dos grandes causas judiciales.

Porque este martes han coincidido en la sede que la Audiencia Nacional inauguró en 2009 en la localidad madrileña de San Fernando de Henares, alejada del mundanal ruido de la ciudad y construida en los terrenos del polígono industrial «Las Fronteras», dos macrojuicios: el de las tarjetas black, u opacas, que para eso está el español, y el de Gürtel, o correa, en honor a su principal acusado.

Una escalera de una planta es la «frontera» que separa a las vistas de estas dos causas, que tienen en común el supuesto lucro ilícito de sus acusados.

Algunos de ellos, como el expresidente de la patronal madrileña Arturo Fernández, acusado en las tarjetas black; el presunto cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa, o el «lugarteniente» de éste en Valencia, Álvaro Pérez Alonso, «El Bigotes», han coincidido en el vestíbulo y se han saludado.

Tan alejada está la sede judicial que solo una media docena de espectadores no ha hecho pereza y se ha trasladado hasta el polígono para proferir insultos a los acusados a medida que llegaban al edificio.

Eran afectados por las preferentes, pero no solo han arremetido contra Rodrigo Rato o Miguel Blesa -de las black-, sino contra Correa, el extesorero del PP Luis Bárcenas, «El Bigotes» y algún miembro más de esa «banda de gaviotas que tenía que estar en Soto del Real», como ha gritado uno en alusión a la cárcel madrileña y al símbolo del Partido Popular.

No podemos saber si la expectación hubiera sido mayor si ambos juicios se hubieran celebrado en las sedes de la Audiencia en la capital, pero los pocos que al menos han permanecido toda la mañana en el polígono han intentado quedarse a gusto.

Como también la docena de integrantes del grupo de ultraderecha Hogar Social Madrid, que con sus habituales caretas azules ha lanzado dos pelotas de goma del mismo color en las inmediaciones del edificio judicial, sin que el incidente fuera más allá de la identificación policial y la orden de los agentes de que se descubrieran la cara.

«No habrá paz para los malvados», rezaba la pancarta que presidía esta pequeña protesta.

Sin duda, ha sido Correa el objetivo de la mayoría de los improperios, que ha recibido incluso cuando ha salido a comer. «Véte arrastrando como las serpientes», ha gritado uno antes de calificar a todos como «traidores a España».

Con 50 minutos de antelación sobre la hora a la que había sido citado (las 10), ha llegado al tribunal Bárcenas, más madrugador que su mujer, Rosalía Iglesias, quien, por cierto, seguía preguntándose ante los periodistas qué hacía allí. De todos modos, lo tenía claro: en cualquier caso iban a defenderse.

Iglesias ha ocupado la misma fila que su marido en un banquillo de acusados más amplio de lo habitual (37 personas son juzgadas), pero entre ellos se ha interpuesto otro de los acusados. Así que los gestos de cariño sólo han tenido lugar a la salida del receso para comer. En el vestíbulo han juntado sus manos.

Y antes de que comenzara una larga letanía de una hora y cuarto de una funcionaria recitando las penas que se solicitan para cada acusado y por cada delito, agrupadas además en las tramas territoriales que se juzgan, los abogados han comprendido que se trataba de una día histórico y, ni cortos ni perezosos, lo han querido inmortalizar en una fotografía de grupo en el vestíbulo.

La sesión de este martes, y previsiblemente las de este martes y miércoles, se ha dedicado a la exposición por las partes de las cuestiones previas. Como era de prever, varias defensas han pedido la nulidad de la causa por diferentes motivos y dos acusaciones han solicitado que testifique el presidente del PP y jefe del Ejecutivo en funciones, Mariano Rajoy.

Habrá que esperar para saber si se aceptan esas peticiones, así como la de la defensa de «El Bigotes», que ha rogado que su cliente, debido a sus problemas de salud, no tenga que asistir a todas las sesiones de un juicio que se presume muy largo.

Para ello, ha aportado informes médicos que el tribunal tendrá que analizar, como la misma petición que ha hecho el representante legal del «contable» de la Gürtel, José Luis Izquierdo, ya que éste tiene que cuidar a su mujer enferma y, además, está perdiendo memoria.

Más rápida ha sido la respuesta a un letrado, que, como el resto, no sabía con antelación que la sesión de hoy se prolongara también por la tarde y no había organizado el cuidado de su madre enferma de Alzheimer.

Ha podido irse a casa nada más comenzar la jornada de tarde y después de que los restaurantes del polígono hayan recibido la visita de ilustres imputados, como la de Bárcenas, que ha elegido «El bar de mi abuelo» para reponer fuerzas.