Manifestantes independentistas en las cercanías del Parlament. | Quique García

La decisión del presidente del Parlament, Roger Torrent, de aplazar el pleno de investidura este martes ha sacado a la luz las diferencias entre ERC y JxCat sobre cómo iniciar la legislatura con el candidato de JxCat, Carles Puigdemont, de nuevo al frente del Govern.

La jornada en la Cámara ha empezado con Torrent anunciando el aplazamiento, lo que ha motivado un comunicado de JxCat en que lamentaba la decisión y criticaba que no se les había consultado una decisión de esta magnitud.

El comunicado ha empezado una mañana de martes con reproches cruzados; en primer lugar, porque los dos grupos no se ponían de acuerdo en si Torrent había comunicado o no al principal interesado, Carles Puigdemont, que se aplazaba el pleno.

Fuentes de la Presidencia de la Cámara han asegurado que Torrent ha telefoneado al candidato a Puigdemont cinco veces sin poder contactar con él, mientras que desde la candidatura de JxCat se ha asegurado que al candidato no le constaban estas llamadas.

Tras este primer rifirrafe, responsables de los dos grupos han comparecido ante los medios para dar su versión: el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, ha defendido que el aplazamiento es la decisión más idónea para garantizar que próximamente se pueda investir a Puigdemont de forma «eficaz y eficiente».

Al poco rato ha comparecido la portavoz de JxCat, Elsa Artadi, intentando que Torrent y su partido, ERC, reconsideraran el aplazamiento: «Estaremos todo el rato que sea necesario», pero el pleno no se ha llegado a celebrar.

ESCRITO DE CARLES PUIGDEMONT

Fuentes republicanas consultadas por Europa Press explican que la confianza entre ambos grupos empezó a truncarse el lunes por la mañana cuando Puigdemont, sin avisar, registró un escrito al Parlament en el que pedía «amparo» a Torrent para ser investido con todas las garantías.

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ERC sintió que JxCat ponía toda la presión en Torrent, una presión añadida a la que ya habían puesto el Gobierno central --primero-- y el Tribunal Constitucional --después-- advirtiendo de que el pleno solo se podía celebrar si Puigdemont acudía.

Los republicanos señalan las consecuencias que hubiera tenido celebrar el pleno: Torrent hubiera incurrido en desobediencia al TC y se hubiera abierto un proceso judicial que se sumaría a las decenas que ya hay abiertos contra los consellers cesados y contra exmiembros de la Mesa del Parlament.

Por el contrario, JxCat defiende que tenían un acuerdo desde hace tiempo con ERC para que la Presidencia del Parlament fuera para los republicanos y que, a cambio, se tenía que investir a Puigdemont, y sienten que no han cumplido la segunda parte del pacto.

En paralelo a las discrepancias de JxCat y ERC, la CUP se ha posicionado más cerca de los primeros que de los segundos: ha abogado por la «desobediencia» considerando que el pleno debía celebrarse pese a las consecuencias que hubiera acarreado.

LA ESCENIFICACIÓN

La escenificación de este desacuerdo entre el independentismo se ha visualizado a las 15 horas: los 4 diputados de la CUP han entrado unos minutos al hemiciclo a la hora en que se había previsto el pleno, en señal de protesta; JxCat ha amagado con hacerlo; y ERC ni se lo ha planteado, cerrando filas así con Torrent.

En los próximos días debería empezar a dilucidarse cómo el independentismo afronta la situación --este martes ERC ha hablado de unos «diez días» para encontrar una solución--.

Además, el Parlament presentará alegaciones al Constitucional y esperan que el tribunal les dé la razón y abra una vía para investir a Carles Puigdemont.

Si el TC mantiene el veto a investir Puigdemont a distancia o presencialmente con garantías de que no será detenido ni encarcelado, el independentismo volverá a encontrase ante la misma disyuntiva que este martes: si desobedece o no al Alto Tribunal para investir de nuevo al presidente cesado.