Una profesional sanitaria con mascarilla en el hospital Can Misses. | Marcelo Sastre

Uno de cada cuatro sanitarios podría tener secuelas psicológicas a raíz de la pandemia del COVID-19, de ellos, la mayoría se recuperará en el plazo de unos seis meses, mientras que en torno a un 5 por ciento sufrirá trastornos más permanentes, según apunta la doctora Mª Inés López-Ibor.

La psiquiatra especialista en ansiedad y depresión, que participará junto a Julio de la Iglesia, TEDAX y coach especialista en Gestión del Miedo, en el seminario online #AfrontarelCOVID-19, que celebra eDUCO+ Health Academy, la escuela para el sector salud de Cofares, el próximo 16 de junio, señala que será la ansiedad, alteraciones del sueño o síntomas depresivos, los trastornos que experimentarán, en mayor medida, los profesionales sanitarios.

Mientras que en un grado mucho menor, explican, «podrían aparecer patologías más complejas, como son el trastorno de estrés postraumático o, incluso, reacciones psicóticas».

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En lo que respecta a los factores que van a incidir en el desarrollo de alguna de estos trastornos, López-Ibor destaca que es probable que se vean más afectados aquellos profesionales que hayan estado más desbordados laboralmente, en un entorno marcado por la falta de organización, y quienes tengan situaciones vitales complejas, con hijos o personas mayores en casa, por los que tuvieran una preocupación adicional.

El hecho de haberse contagiado del COVID-19 también puede ser un factor de incidencia emocional por varios motivos, más allá del mero hecho de que contraer la enfermedad ya es un estresor a tener en cuenta. Entre ellos destaca que al profesional sanitario infectado le va a surgir la gran duda de si podría haberlo evitado o no, además de aparecer sentimientos encontrados por verse obligado a dejar de atender a pacientes porque se ha convertido en uno de ellos.

La experta apuesta por identificar y abordar precozmente la existencia de algún trastorno psicológico es clave para que quede en algo leve y transitorio. «Los profesionales tendemos a no pedir ayuda cuando la necesitamos, porque estamos acostumbrados a ser nosotros los que ayudamos a los demás. Algunos se limitarán a contactar con un colega para que les aconseje de forma puntual, pero sin solicitar atención de forma reglada», destaca López-Ibor.

«Es clave dejar atrás este estigma porque identificar precozmente un trastorno de este tipo hará que sea leve pero, si no, puede llegar a ser una enfermedad más complicada que requiera de mucho más tiempo para superarla», concluye.